Paraguay ya cuenta con una serie de proyectos que caminan hacia el mercado de carbono y más específicamente, hacia el modelo REDD+, para conservar sus bosques. Para entender un poco más de qué trata este negocio y si puede ser beneficioso para nuestro país, hicimos un análisis de lo que significa.
La permanente búsqueda de equilibrio de intereses entre la producción, el consumo y la conservación, hizo que se logren consensos importantes en el marco de iniciativas de desarrollo sostenible.
Esta puja de intereses, generó el entendimiento de que la articulación entre el bienestar productivo y el ambiental tiene matices y contempla otros intereses adicionales, como el de las personas que habitan zonas aledañas a áreas productivas, sus condiciones de vida y las posibilidades de dinamizar su economía comunitaria.
Es importante señalar que el signo más (+) se agregó tras la adopción de REDD por parte de las Naciones Unidas, en 2005, para significar que en su implementación hay componentes de conservación, el manejo sostenible de los bosques con participación de la población local y el aumento de las reservas forestales de carbono.
José Luis Cartes, director ejecutivo de la Asociación Guyra Paraguay, explica a mayor profundidad, en comunicación con LATITUD 25, qué significa este signo (+).
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El beneficio adicional a la conservación de carbono
REDD es el acrónimo de los proyectos basados en la conservación del carbono que se encuentra en las plantas, como parte de su propio organismo, es decir: en raíces, tallos, hojas, etc., evitando la deforestación y la degradación, señala José Luis Cartes.
Agrega que esto se logra conservando masas de bosques naturales, los bosques nativos, evitando así que al deforestarse o degradarse ese carbono se libere a la atmósfera.
En ese contexto, cuenta que cuando los proyectos tienen un beneficio adicional social o ambiental, entonces se le agrega ese signo (+).
Eso quiere decir que aparte de conservar esa biomasa vegetal, por ejemplo, ese proyecto beneficia a comunidades indígenas, comunidades locales, o a especies amenazadas de extinción, sitios biológicamente importantes o incluso ambos, tanto a comunidades como a la biodiversidad o recursos naturales como nacientes de agua, etc.
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Entonces, un proyecto REDD implica la certificación de que el carbono se conserva en esas masas boscosas. Detalla que esto se logra con los “certificados de carbono”, que son equivalentes a cierta cantidad en términos de toneladas que se pueden vender en el mercado internacional. Si los certificados tienen el plus, es decir el signo (+) y provienen de un proyecto REDD+, estos certificados tienen un mayor valor.
La conservación del carbono apuntando a los derechos de las personas
La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) publicó una investigación acerca de REDD+. El documento se denomina: “Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques (REDD+) en los países de América Latina” (2012).
El estudio habla de los antecedentes, de lo que antes era REDD, y cómo pasó a considerarse el beneficio adicional. Refiere que todo parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Esta convención señala que el sector forestal podrá recibir incentivos financieros para realizar actividades de forestación y reforestación, en los países en desarrollo, a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). El mismo fue establecido en el Protocolo de Kioto (1997). En ese contexto, se diseñó el mecanismo REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación).
No obstante, cuando se desarrolló esta herramienta se produjeron discusiones respecto a qué actividades deberían incluirse para garantizar una reducción efectiva de las emisiones. Esto, según varios referentes, debería realizarse pensando en los derechos de los pueblos que viven en esos bosques, para que también sean alcanzados por los beneficios.
El valor adicional
El mecanismo REDD+ añadió otras actividades relacionadas con los bosques, como la conservación, el manejo sostenible y el aumento de las reservas de carbono forestales, que también contribuyen a mitigar el cambio climático.
Esto se formalizó en una reunión de negociadores internacionales en Poznan, Polonia, en el año 2008. Desde entonces se ha estado discutiendo cómo implementarlo a nivel global.
Desde esa formalización, REDD+ permitió la posibilidad de participación de los países en vías de desarrollo, pero también, aclara el análisis, plantea una serie de desafíos y dudas sobre cómo los países podrían acceder a este mecanismo.
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