El calentamiento promedio de las temperaturas del planeta, que ya derivó en una crisis climática, sigue deteriorando el mundo. Afecta los ciclos del agua, provoca desequilibrios meteorológicos como huracanes devastadores o sequías aniquiladoras, que a su vez pone en peligro la vegetación de los bosques.
Esta alteración de los ciclos naturales, no solo afecta a la naturaleza, sino que además tiene sus implicancias directas en los índices económicos, sobre todo de países que depende de sus agronegocios, como Paraguay. Pero además del impacto en los mercados, lo más preocupante es el incremento de la afectación en la salud de las comunidades.
En ese contexto, las autoridades y organizaciones que monitorean el acelerado deterioro del medioambiente, buscan alternativas para articular intereses de quienes buscan atender urgentemente problemas como la deforestación o la contaminación de las aguas, con aquellos vinculados a las industrias y a la producción.
REDD+ significa literalmente Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal, así como la conservación y el incremento de las reservas forestales.
¿Pero cómo funciona?
La FAO explica que el corazón de esta labor se encuentra en los bosques y en el papel fundamental que desempeñan en la mitigación del cambio climático. Los bosques son esenciales en este proceso, ya que absorben el CO2 de la atmósfera y lo almacenan en su biomasa y en el suelo, contribuyendo así a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Esto también implica que cuando los bosques son talados o degradados, pueden convertirse en fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, liberando ese carbono almacenado. Se estima que, a nivel global, el gas derivado de la deforestación y la degradación forestal representa el 11% de las emisiones de CO2. Detener la deforestación es una acción rentable que tiene un impacto en la reducción de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI)”, resalta.
No obstante, REDD+ no solo se centra en el clima y la biodiversidad, sino también en las personas que dependen de los recursos forestales para subsistir. No se trata únicamente de conservar los bosques como recurso forestal, sino de preservar los medios de vida y la cultura de estas poblaciones.
De hecho, este modelo que tiene su génesis en el seno de las ONU Medioambiente, plantea un triple impacto al emprender los negocios forestales, ambiental, comunitario y económico. Es decir, reducir la afectación al medio ambiente, involucrar a la comunidad para mejorar su bienestar en base al trabajo en ese emprendimiento y poder garantizar una rentabilidad de ese negocio.
Conservación que genera réditos económicos
En ese contexto, RadioCast25 conversó con el Ing. Víctor Careaga, especialista en negocios forestales, quien trabajó en la planificación y coordinación operativa del Inventario Forestal Nacional.
Careaga resaltó con la REDD+ es necesario unir el concepto de productividad, con el concepto de una producción más asociada a la conservación. No obstante, resaltó que la conservación conlleva dejar en pasivo ciertos recursos que pueden ser utilizados de una u otra manera.
Agregó que con la REDD+, hoy existe la posibilidad de que se otorgue valor económico a los bosques en los mercados bursátiles del mundo. Explicó que el valor de los bosques puede ser certificado mediante técnicos internacionales, con métodos científicos, para que preservarlos le pueda generar una retribución económica a su propietario, de modo que conservar los bosques y no derribarlos para producción, sea un estímulo.
“Hoy sí vale la pena hacer eso. Antes era un poco más bajo el precio de lo que se pagaba por su conservación, pero hoy en día es muy interesante hacer conocer esta parte de las posibilidades de negocios verdes”, aseveró.
Restaurar y conservar bosques puede ser un negocio
Víctor Careaga señala que hay una combinación importante entre la restauración y la conservación de bosques. En países como Paraguay, se ha legislado la restauración de bosques que cumplen una función protectora para los cursos de agua (Ley Nº 4241). Esto significa que la restauración y la conservación van de la mano, pero esto aun no es suficiente.
Agregó que cuando se lleva a cabo la restauración, se obtiene un beneficio seguro. Además, si se aplica el enfoque de REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación forestal), se añade un plus a los proyectos de conservación.
“La reforestación de recursos nativos y la restauración de zonas degradadas pueden ser rentables y considerarse un tipo de negocio. Por otro lado, REDD+ tiene una estructura más sólida, y el país ya ha recibido beneficios económicos en forma de bonos por valor de millones de dólares. Esto resulta interesante para propietarios tradicionalistas en la agricultura y ganadería que deseen explorar esta oportunidad de negocio”, indicó.
Así se computa el valor del bosque conservado
Careaga respondió que existe toda una ciencia, asociada a las tecnologías de teledetección. Acotó que los números son computables y es una herramienta muy sólida. “Es un trabajo demostrable, lleva su tiempo y su esfuerzo. Está todo diferenciado, está todo tipificado, tiene toda su metodología”, puntualizó.
Entonces, ejemplifica que, si un propietario decide darle otro tipo de uso a su bosque, porque hablamos siempre de usos alternativos, y dice: ‘No, yo no quiero hacer pastura, decido no deforestar’. Entonces, lo que decide esa persona es no emitir CO2. “No es realmente la emisión de oxígeno, sino evitar la remoción del carbono que se oxida con el oxígeno”, aclaró.
Asimismo, Careaga explicó que hay un fondo internacional que pagan esos montos de dinero. Para lograr saber cuánto vale una masa boscosa conservada y cuánto sería su capacidad de captación de CO2, comentó que existe un proceso definido.
Estos proyectos son desarrollados por equipos que analizan cada caso y luego son enviados a una certificadora que es la que audita las dimensiones de la masa forestal conservada y la capacidad de captación de carbono. Las empresas certificadoras validan y otorgan valor a las transacciones, indicando la cantidad de bonos de carbono que posee el proyecto.
Las transacciones son intermediadas por empresas internacionales (una de ellas es Verra). Finalmente, el pago por los bonos de carbono depende de la negociación entre estas empresas y los propietarios del proyecto.
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