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A 35 años del golpe: Santiago Peña no se atreve a hablar de la dictadura stronista

Febrero no es un mes cualquiera para el Paraguay cuando hablamos de democracia, en tiempos en los que el autoritarismo se va instalando sin disimulos. Casi como un hecho simbólico, en febrero se dio una de las pocas condenas a un ex torturador stronista. Sin embargo, Santiago Peña se muestra cauto al no hablar de ´dictadura´ en actos de gobierno. Debemos recordar que la negación del régimen, representa un riesgo para nuestro futuro democrático.

Pasaron 35 años del golpe a la dictadura de Alfredo Stroessner, quien se sostuvo en el poder gracias a las fuerzas militares y a la ANR, dejando 423 desaparecidos, 59 ejecuciones, 18.772 torturados y más de 20.000 exiliados; según la Comisión Verdad y Justicia.

Pero luego de la Guerra Fría, Estados Unidos optó por una política internacional de tinte más neoliberal. Eso implicó “soltarle la mano” a los regímenes dictatoriales de América del Sur. Entre ellos, el más prolongado: el de Paraguay.

Tras varios intentos por negociar la extradición del General Andrés Rodríguez, a quien el Departamento de Estado lo acusaba de narcotraficante, y con la negativa de Stroessner de entregar a su consuegro, el gigante norteamericano decidió apoyar el golpe de estado de 1989, según publicaciones periodísticas de la época.  

Ese conflicto de intereses, “blanqueó” al general Rodríguez, quien fue proclamado presidente del Paraguay tras la caída de la dictadura. Rodríguez fue denunciado en Paraguay por tráfico ilegal de estupefacientes, pero su partido lo blindó y no permitió que sea desaforado para someterse a las investigaciones.

Así inició la democracia paraguaya, entre la vista gorda y oídos sordos de todos los sectores políticos: con acuerdos políticos por olvidar (adrede) esta parte de la historia del Paraguay.

El Partido Colorado siguió gobernando desde entonces con sus mismos exponentes y prácticas. Hoy, en la administración de Santiago Peña se vuelve a hablar de un estilo de gobierno autoritario, avasallador y poco tolerante con la oposición, que ni siquiera radica en la presidencia, sino en un actor ajeno al poder oficial.

Una condena histórica, pero faltan más

Este martes 20 de febrero, se llevó a cabo la lectura de condena al ex comisario Eusebio Torres Romero, procesado y sentenciado a la pena máxima de 30 años por tortura en calidad de autor durante la dictadura stronista.

El tribunal que determinó esta condena, destacó la imprescriptibilidad de estos crímenes, y sostuvo que el relato de las víctimas fueron lo suficientemente contundentes como para imponer la máxima pena a Torres, pese a la insistencia de su defensa, de que él no tuvo nada que ver y que las víctimas lo confundían con otra persona.

Torres cumplirá prisión domiciliaria como consecuencia de su avanzada edad (88 años). El mismo, se desempeñó como jefe del Departamento de Investigaciones durante los años más crudos de la represión stronista, lugar al que las personas detenidas arbitrariamente, eran llevadas para ser interrogadas y torturadas. El mismo, había sido condecorado por el Ministerio del Interior durante el gobierno de Horacio Cartes en 2014.

El viernes pasado, el tribunal de sentencia desarrolló la reconstrucción de hechos de tortura en la ex sede de Investigaciones ante la presencia de las víctimas que fueron torturadas en ese lugar. Hoy, en esa dependencia funciona el departamento de Derechos Humanos de la Policía.

Acudieron varias víctimas quienes relataron ante los jueces los lugares, formas, y la cantidad de tiempo que estuvieron en el lugar mientras eran interrogados y torturados por los agentes policiales.

“Ustedes no se imaginan lo que significa para nosotros revivir todo esto, pero lo hacemos para la ciudadanía, para que hagamos memoria. Estamos a la puerta de una nueva dictadura”, reflexionó Guillermina Kanonnikoff, víctima de la dictadura. Su esposo, Mario Schaerer Prono, había sido llevado por la policía en 1976 y fue torturado y asesinado por el régimen.

Evade hablar de ´dictadura´

Por su parte, el presidente Santiago Peña anunció a inicios de febrero, la celebración de la “Semana de la Democracia”, una serie de actividades culturales en conmemoración del inicio de le transición democrática en Paraguay.

Lo llamativo: en ningún momento, mencionó que hubo una dictadura militar y miles de víctimas, entre torturados, asesinados y exiliados. De hecho, en varias entrevistas, Peña se refirió a Stroessner como una “persona con errores” en materia de Derechos Humanos. Y lo elogió diciendo que el “ex dictador fue responsable de más de 50 años de estabilidad en Paraguay”.

Una tenue luz brilló entre tanto negacionismo: Adriana Ortiz, ministra de Cultura quien encabezó los festejos, al final de un posteo en su cuenta personal de Instagram sobre las actividades mencionadas, dijo “celebramos los 35 años del periodo democrático más largo del Paraguay que puso fin a la dictadura”.

Se fue Stroessner pero no el stronissmo

Para la socióloga e investigadora Ana Portillo, que trabaja en líneas de investigación sobre memoria histórica con adolescentes del sistema escolar secundario, el golpe a Stroessner no es tema de conversación que nazca desde el aparato estatal.

A su parecer, aquel hecho no significó realmente la caída total de la dictadura, sino que fue un pacto entre sectores del Partido Colorado y la milicia, quienes ya veían a Stroessner como un líder caducado en su propio proyecto, amparados por el gobierno de Estados Unidos.

“No fue un golpe producto de un levantamiento popular masivo en oposición a la dictadura, por lo tanto, la mayoría de los sectores de poder cómplices y participes de la dictadura permanecieron. Dicen que el día que asumió Rodríguez, Stroessner viendo a los presentes en la ceremonia dijo “ahí solo falto yo”’,

Ana Portillo, socióloga e investigadora

Portillo citó algunas evidencias concretas de esa persistencia en el inconsciente de miles de paraguayos, que genera la perpetuidad de un estilo de gobierno autoritario.

Aseguró que la continuidad y modernización de las estructuras económicas y políticas stronistas se basan en la profundización de la desigualdad en el acceso a la tierra (Tierras Malhabidas); la repartija de licitaciones de obras y megaproyectos como Itaipú; la falta de investigación de los abusos o el sometimiento a las mujeres, niños y la población indígena durante el régimen.

Diputada reclamó a Peña

Tras los anuncios de los festejos por la Semana de la Democracia, una de las pocas voces que reclamó a Peña la falta de mención a las víctimas del stronissmo, fue la diputada por Asunción, Johanna Ortega.

“Sinceramente Señor Presidente, la celebración de nuestra democracia merece más que un tour o una serenata. Lo que necesitamos son políticas de memoria para que nunca más nadie les infunda terror, miedo o nos mate por pensar distinto”, decía parte de un tuit de la parlamentaria.

Le reclamó que Alfredo Stroessner sigue siendo presidente honorario de su partido y que nunca haya condenado la dictadura.

Memoria histórica urgente

Para Ana Portillo, superar la dictadura colorada, implica comprender a ciencia cierta cómo se instaló el régimen como una estructura social, más allá de las personalidades y anécdotas de la época.

“El Stronismo no es lo mismo que la propia persona de Stroessner y es mucho más que eso, por lo tanto, es necesario hacer ese ejercicio de memoria del pasado conectándolo con el presente real y cotidiano de las relaciones sociales en Paraguay”, indicó.

La investigadora mencionó que muchos de los problemas que nos preocupan y que padecemos como sociedad, pueden ser erradicados si somos capaces de rastrear su origen.

“Es fundamental entender que el abuso infantil tiene que ver con el abuso de niñas en la dictadura, entender que la desigualdad, la pobreza y el crimen tienen que ver con el acaparamiento de tierra y la expulsión de las familias campesinas e indígenas a las ciudades”, refirió la especialista.

Así mismo, puso énfasis en que urge entender que la decadencia educativa viene de una cultura stronista a quien convenía que nadie piense, dijo que ese entendimiento combinado con acciones y organización para hacer las cosas de manera diferente y superadora “es la clave para construir una nueva historia”.

Peña y Cares reivindican a Stroessner

También afirmó que todos los gobiernos de la ANR posteriores a 1989 (incluido el de Santiago Peña) son en casi todos los aspectos continuidad y no superación de las lógicas de poder, desigualdad, violencia y enriquecimiento construidas por la dictadura (e incluso antes) en beneficio de una minoría.

“Tanto Cartes, como Marito han hecho reiteradas declaraciones de admiración a la dictadura como proyecto histórico, tienen nostalgia de ella, la reivindican y han nombrado a personas de la dictadura en puestos de poder muy importantes”, dijo Portillo.

Citó al politólogo italiano, Marcello Lachi, quien escribió en su artículo “Cartismo Eterno” las similitudes y diferencias del proyecto cartista con el stronista.

“Desde su inicio han participado del gobierno Cartes personajes que tuvieron un rol protagónico durante el régimen stronista. Cómo Darío Filártiga, nombrado asesor político de la presidencia y quien durante la dictadura stronista fue un importante colaborador del Ministro del Interior Sabino Augusto Montanaro, principal responsable de la persecución y desaparición de disidentes y opositores”, reza parte del artículo a cargo del académico.

Gobierno negacionista

Carlos Fontclara, otra de las víctimas de tortura durante la dictadura stronista, dijo que el presidente Peña y el Partido Colorado niegan la existencia de la dictadura, y por ende nunca reconocerán las atrocidades que pasaron las personas que se atrevieron a enfrentar al régimen.

“Para ellos no hubo dictadura y nosotros no fuimos víctimas. Somos una partida de pelotudos que estábamos soñando con un país diferente”, ironizó.

Asimismo, Bernabé Penayo, preso en noviembre de 1975, por militar en el Partido Comunista, señaló que la sede de Investigaciones fue un lugar de holocausto y que el negacionismo forma parte del relato para tapar los crímenes de lesa humanidad, cometidos por el gobierno de Stroessner, bajo el amparo de su partido.

“Siempre negaron la dictadura y habemos miles de víctimas de eso. Este local debe ser un museo de la memoria histórica de la dictadura fascista de Alfredo Stroesner. Es un local de holocausto. Sin embargo Stroessner sigue figurando como presidente honorífico de la ANR”, dijo Penayo.

Stroessner usó la violencia, Cartes el dinero

El Monseñor Mario Melanio Medina, quien presidió la Comisión de Verdad y Justicia, también visitó la sede policial y manifestó que Peña es de la misma “calaña” de todos los que aprobaron la dictadura.

El obispo emérito de Misiones, dijo contundente que es Horacio Cartes quien realmente manda en el gobierno de Peña, desautorizando al mandatario en la toma de decisiones dentro de su administración.

“¡Que se va a recordarse de la dictadura! porque es de la mentalidad stronista. Primero que no sufrió. Segundo que su patrón no quiere decir la palabra dictadura porque es de la misma calaña. Stroesner se valía del garrote, y este se vale de la plata. Entonces tienen que obedecer nomás”, concluyó el obispo emérito.

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