Algunos estudios apuntan a que las lluvias de primavera se irán atrasando, lo que posiblemente tenga incidencia en que los incendios forestales sean más graves o duraderos. Esto tiene que ver, en parte, con la alteración de los ciclos de lluvia como efecto del calentamiento global que hace décadas viene modificando el balance de ciertos procesos naturales.
Especialistas y colectivos ambientales están advirtiendo que otro año consecutivo de incendios devastadores y polución del aire, podría dejar daños muy serios en la salud de las personas.
Esta advertencia, mezclada con la falta de conciencia de productores y vecinos de las ciudades que queman pastizales o basuras y generan oleadas de fuego que devoran todo a su paso, son un panorama nada alentador.
A no bajar la guardia
Desde WWF Paraguay insisten en no bajar la guardia en cuanto a los cuidados para evitar propagar fuego y principalmente, en promover políticas públicas que puedan ayudar a controlarlos.
«Nosotros estamos entrando en la etapa crítica de incendios forestales, que generalmente coincide con el invierno en el país. Sin embargo, a causa del cambio climático, se ha venido instalando el fenómeno de que esta temporada alta de invierno se va extendiendo a otras épocas del año, llegando a mediados de primavera, o incluso, también, al otoño» explica Oscar Rodas, director de Cambio Climático de WWF Paraguay.
Rodas dice que los incendios forestales, en un escenario de cambio climático – como el que estamos teniendo ahora – hace que los mismos sean más frecuentes, más dañinos y extensos.
«No podemos bajar la guardia. Debemos estar siempre vigilantes», asegura Rodas.
Menciona, en ese sentido, que desde WWF han trabajado en programas que apunten, junto con organismos del Estado, en promover herramientas que puedan ayudar a mejorar los conocimientos acerca del fenómeno del incendio forestal.
El fuego es un elemento de la naturaleza que puede controlarse y hasta gestionarse a partir de un sistema o proceso llamado «manejo del fuego», según Rodas. Este incluye una serie de intervenciones técnicas institucionales, comunicativas y demás, que apuntan a lograr objetivos de conservación.
Justamente, Rodas menciona que este tipo de iniciativas es la que están buscando impulsar como política pública, en un trabajo en conjunto con autoridades del Instituto Forestal Nacional (INFONA) y del Ministerio del Ambiente (MADES)
«Este tipo de políticas públicas las debemos comprender, dimensionar y seguir aplicando y apoyándolas como sociedad», asegura el especialista.
Los incendios causados, el 95%
En enero del 2022, el INFONA divulgó un informe y señaló que el 95% de los incendios detectados en el 2021 fueron provocados por la acción humana.
Los incendios forestales que se dan en pastizales de zonas interurbanas (Luque, San Bernardino, ciudad de Paraguarí, entre otros) se dan en su totalidad por intervención humana. El origen pudo ser desde una colilla de cigarrillo tirada al pasto, hasta la quema de basura en la zona.
La rápida expansión del fuego en las estepas de pastizales secos que rodean la cuenca del lago, hace que la voracidad de las llamas adquiera enormes proporciones en cuestión de horas, afectando la calidad del aire por días, en todas las comunidades circundantes a esta zona.
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Según autoridades ambientales, la gran debilidad es la falta de capacidad de los organismos de investigación, para poder sancionar a los responsables de estos incendios provocados. La Fiscalía del Ambiente carece de personal suficiente y de recursos como para enfrentar este problema anunciado y recurrente año a año.
Últimos años de grandes incendios
Paraguay registra en los últimos seis años temporadas de grandes incendios que han dejado sus secuelas en los bosques y en su biodiversidad de fauna y flora.
Entre julio y agosto de 2019, al menos unas 37.000 hectáreas de bosques del pantanal paraguayo se consumieron por el fuego que duró semanas. Una superficie tres veces más grande que Asunción.
El fuego había llegado de la zona fronteriza con Bolivia y afectó gran parte de la estación biológica «Los Tres Gigantes», una zona de área protegida privada que guarda gran parte de la biodiversidad del maravilloso gran pantanal, que comparten Bolivia, Brasil y Paraguay.
Entre finales de noviembre y principios de diciembre de 2020, un incendio forestal destruyó 33.000 hectáreas de bosques en pleno corazón de la reserva natural «San Rafael» – Tekoha Guasu, entre los departamentos de Itapúa y Caazapá. Nunca antes se había registrado un incendio de estas proporciones en esta parte del país.
Un informe del MADES fue el que determinó la cantidad de hectáreas de masa boscosa que se perdió en esta área, a pesar de ser protegida y privada.
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Tiempo después, gran parte del territorio deforestado por los incendios en San Rafael ya fue ocupado por plantaciones ilegales de marihuana. En efecto, hace tiempo que el narcotráfico echó raíces en las áreas protegidas del Paraguay para utilizar sus tierras.
Los incendios también se dan en el Chaco, donde por las condiciones del terreno, la tarea de los bomberos forestales es más difícil. En los últimos años, se han reportado enormes incendios en grandes extensiones de bosques en el Chaco.
No encendamos una tragedia
Rodas recuerda que WWF, en conjunto con otras entidades como el INFONA, MADES, la Universidad de Asunción (UNA) y los Bomberos Voluntarios, están trabajando en un operativo para crear conciencia que se llama «No Enciendas una Tragedia», que justamente busca prevenir que se puedan dar incendios a partir de una intervención humana.
«La prevención es la mejor respuesta ante los incendios forestales, que se han agravado con el cambio climático. Esta temporada puede volver a ser fuerte si es que no trabajamos en la prevención, porque hay mucha biomasa acumulada» dice Rodas.
Estas organizaciones también forman parte de la red de monitoreo de focos de incendios en Paraguay. Esta red trabaja con herramientas tecnológicas que permiten tener un boletín sobre el riesgo de incendio, en la que se exponen zonas de calor, posibilidad de lluvia y otros datos relacionados.
Según este reporte, en las últimas semanas ha aumentado, en ciertas regiones del país, el riesgo de incendio. Sin embargo, todavía está lejos de tener los niveles críticos de los años anteriores. De igual manera, Rodas dice que es mejor estar preparados, no bajar la guardia y trabajar en políticas públicas al respecto.
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