Tratar de enfrentar las situaciones con positivismo o ponerle onda a las situaciones complicadas, son parte de un arduo ejercicio emocional que muchas personas encaran en busca del bienestar, la felicidad y tranquilidad. Pero nada en exceso es bueno, ni siquiera el “ser positivo”.
Profesionales de la salud mental hablan de la positividad tóxica como la sobre generalización excesiva e ineficaz de un estado feliz y optimista en todas las situaciones. Es como negar todo aspecto negativo de una situación, en el afán de priorizar solamente eso que nos hace sentir bien, privándonos de una serie de emociones que son normales y hasta necesarias en algunos casos.
“El proceso de positividad tóxica resulta en la negación, minimización e invalidación de la auténtica experiencia emocional humana”, expresa la psicóloga María Teresa Galeano.
Cuidado con el autoengaño y la negación
La psicóloga explicó que muchas veces este tema del positivismo se vuelve como una secta religiosa, en la cual se repiten automáticamente siempre las mismas frases ante cualquier situación.
“Lo que yo puedo observar en consultorio es que muchas situaciones se enmascaran con un exceso de positivismo, las personas ocultan sus sentimientos y producen un fenómeno de autoengaño, el fenómeno es evitar mirar su realidad que no está bien, aunque necesite cambiarla y tomar acción sobre esta realidad”, señaló.
Lamentablemente un exceso de positividad puede llevar a uno a mentirse a sí mismo, para no afrontar la realidad, y cada día puede ser más difícil esa situación hasta que un día, estalle.
Este tipo de pensamientos, en ocasiones, evita la emoción humana auténtica. “Cuando otras personas se involucran en este tipo de comportamiento, les permite eludir situaciones emocionales que pueden hacerlas sentir incómodas. Pero a veces volcamos estas mismas ideas en nosotros mismos, internalizando estas ideas tóxicas. Cuando sentimos emociones difíciles, las descartamos, descartamos y negamos”, asevera el artículo “What Is Toxic Positivity?”, de la página especializada en salud mental, Verywellmind.
En ese punto, señala que impide el crecimiento, porque al evitar sentir cosas que pueden ser dolorosas, también nos niega la capacidad de enfrentar sentimientos desafiantes que, en última instancia, pueden conducir al crecimiento y una comprensión más profunda.
Buscar ver el “lado bueno” hasta puede ser cruel
Puede dejar de ser una buena opción ver el lado bueno a todo, cuando por ejemplo, vemos que una persona está pasando muy mal y generalizamos el positivismo. “No estamos haciendo más que bloquearle a la persona con nuestras palabras”, manifestó la psicóloga María Teresa Galeano.
Entonces, resaltó la importancia de prestar atención a lo que la otra persona nos está diciendo, “si se le murió alguien, si está teniendo un duelo por una enfermedad, tenemos que evitar darle consejos de positividad excesiva, porque esa persona está enfocada en lo que perdió y no puede todavía mirar lo bueno que le podemos intentar mostrar”, puntualizó.
En ese contexto, reconoció que hay frases que ayudan, siempre y cuando estén acordes y alineadas a la realidad de uno. No no se tiene que subestimar el dolor o tratar de evadir una realidad, ocultando el dolor de lo que no puedo ver.
A su vez, el artículo escrito por Kendra Cherr, revisado médicamente por Rachel Goldman, apunta a que puede ser hasta cruel decirle a personas que tienen una enfermedad, que han perdido a un ser querido o tienen problemas financieros, decirles que deben mirar el lado positivo.
“El mantra de “solo vibraciones positivas” puede ser particularmente irritante en momentos de angustia personal intensa (…) Es posible ser optimista ante experiencias y desafíos difíciles. Pero las personas que atraviesan un trauma no necesitan que se les diga que mantengan una actitud positiva o que sientan que están siendo juzgadas por no mantener una actitud optimista”, remarca la especialista instando a respetar el dolor y la angustia de una persona que atraviesa una pérdida.
¿Cómo detectar el positivismo tóxico?
Galeano menciona a las doctoras Samara Quintero y Jamie Long, quienes presentan algunas maneras comunes en las que se presenta la positividad tóxica y que afectan a las personas:
-Escondiendo o enmascarando los verdaderos sentimientos.
-Fingiendo que todo está bien.
-Sentirse culpable de sus emociones negativas.
-Minimizar las experiencias de otras personas con frases como “todo estará bien”, “hay que ser positivos” o similares.
-Consolar a otro dándole perspectivas, es decir, diciendo “podría ser peor”, en lugar de validar sus sentimientos o su tristeza.
-Atacar, humillar o castigar a alguien por expresar frustración, ansiedad, tristeza o cualquier cosa que no sea positividad.
-Ignorando los sentimientos diciendo frases como “cosas que pasan”.
¿Qué se puede hacer al respecto?
La especialista en salud mental recuerda la necesidad de aceptar que existen emociones negativas y positivas y que no todo el tiempo vamos a estar pasando por un buen momento y que es importante respetar el momento de la persona.
Cuando se trata de nosotros mismos, tenemos que ser sinceros con lo que sentimos y no censurar nuestros propios sentimientos cuando nos sentimos mal.
Cuando se trata de otras personas, podemos sacar las frases cliché, escucharles y hacerles preguntas reflexivas. “Considero que la mejor manera es no afirmaciones tajantes. Cuando alguien está mal necesita ser escuchado y no que se le dé consejos enlatados”, concluyó.