Cada vez que se produce un episodio traumático a nivel de la comunidad, o de conductas extremadamente violentas que no son comprensibles, en los medios resuenan las preguntas acerca de cómo estamos como sociedad en cuanto a salud mental. Después de la conmoción, la normalidad vuelve y la urgencia por atender como Estado este tema, se diluye.
Normalmente, las respuestas a varias de estas interrogantes se encuentran en entrevistas a especialistas en psicología o psiquiatría, al explicar los estragos que causó la pandemia en el comportamiento de las personas y las actuales crisis sociales que se viven en el mundo.
Estos materiales son necesarios, pero no logran escudriñar lo compleja que es la situación, a nivel de la discriminación, estigmas, falta de acceso, de medicamentos, así como falta de profesionales y hasta cómo está compuesto el sistema de atención, lo que afecta la vida de miles de personas en Paraguay y de millones en el mundo.
Para tener una idea de lo complicada que está la situación a nivel mundial, recordamos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió, en el mes último –específicamente el 17 de junio–, un lapidario informe denominado «Transformar la salud mental para todos», sustentado en cifras que deben ser motivo de alarma.
Los números señalan que, por ejemplo, el suicidio es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes a nivel mundial y en general, representa más de uno, de cada 100 fallecimientos.
Asimismo, se sabe que existen, al menos, 20 intentos de suicidio por cada fallecimiento que se registra. Eso apunta que hay más gente sufriendo o pasando por un mal momento, de lo que se sabe y eso, por ejemplo, también afecta la calidad de vida y la funcionalidad de las personas; los trastornos mentales son la principal causa de años perdidos por discapacidad (APD), y representan 1 de cada 6 casos de APD en el mundo.
En ese contexto, según una encuesta del Banco Mundial, publicada en marzo de este año, Paraguay se posicionó en cuarto lugar (empatando con Ecuador y Bolivia) entre los países con resultados más preocupantes dentro del Índice de Vulnerabilidad de la Salud Mental, solo por detrás de Chile, Perú y Haití.
Bajo presupuesto para tan gran problema
Según el recuento de la OMS, en promedio, los países dedican menos del 2% de sus presupuestos de sus ministerios de Salud, a sus direcciones de Salud Mental.
En los países de ingresos medianos, más del 70% del gasto en salud mental sigue destinándose a los hospitales psiquiátricos, mientras que aproximadamente la mitad de la población mundial vive en países en los que solo hay un psiquiatra por, al menos, cada 200.000 habitantes.
«La mayoría de las personas que sufren trastornos mentales no recibe ningún tratamiento. En todos los países, las lagunas en la cobertura de servicios se ven agravadas por la variable calidad de la atención», resalta el informe.
Además explica que, son varios los factores que influyen en que las personas busquen ayuda para sus trastornos mentales, que guardan relación a la falta de información sobre estos casos, que a su vez generan estigmatización y discriminación. Además, en varios sitios no cuentan con servicios formales de salud mental.
Incluso, refiere que, cuando esos servicios están disponibles, suelen ser inaccesibles, entonces muchas personas eligen seguir viviendo con un malestar mental sin diagnóstico o tratamiento, antes que enfrentarse a la discriminación o lo complicado que es acceder a los servicios de salud mental.
La baja inversión en salud mental también es una realidad en Paraguay. Datos oficiales indican que solo se invierte el 1,84% del presupuesto general de salud, en salud mental desde 2019.
Paraguay lleva 32 años de retraso en la reforma de salud mental
En 2018, fue presentado un proyecto de ley sobre salud mental por tres senadores colorados, pero tuvo varias trabas y fue postergado durante los últimos cuatro años. Ahora, está en lista para su análisis para la próxima sesión del Senado, el próximo jueves 21 de julio.
En ese contexto, el presidente de la Sociedad Paraguaya de Psiquiatras y miembro de la «Comisión técnica de reforma, asesoramiento y seguimiento de la atención a la salud mental del Paraguay», Aldo Castiglioni, habló con Latitud25 de lo que significa este proyecto de ley, que va a ser tratado en la segunda quincena de julio.
Explicó que esta ley sería un punto de partida para impulsar la reforma de salud mental en nuestro país en cuanto a los servicios, una reforma que en la cual Paraguay tiene un retraso de unos 32 años.
Agregó que la ley tiene por objetivo la desmanicomialización, es decir, buscará una atención más integral que transforme el vínculo entre el profesional y la persona internada, a través de internaciones cortas en hospitales generales o centros de salud mental.
Castiglioni comentó que este término normalmente se asocia al cierre de hospitales psiquiátricos monovalentes en el mundo, pero reconoció que si bien hay una tendencia mundial a ir disminuyendo este tipo de centros asistenciales, en nuestro país lo que se buscará es un cambio en el modelo de atención.
Recordó que el servicio de salud mental no solo debe consistir en medicación sino en aplicar técnicas basadas en evidencia, además de la educación a las familias sobre cómo actuar en casos mientras que la internación se aplicaría solo en casos de necesidad.
Hacer un acercamiento a las comunidades
La propuesta legislativa busca acercar las unidades de atención psiquiátrica a los hospitales públicos, para hacer una reforma en la manera de atención. «Todo esto tiene que ver en base a lo que funcionó en otros lugares del mundo», afirmó.
En el resto del mundo sigue habiendo hospitales psiquiátricos monovalentes, la evidencia nos dice que acercar a las comunidades el servicio tiene efectos beneficiosos.
«Sabemos que es importante fortalecer las redes sanitarias. Convertir, una vez que salga la ley el objetivo. Necesitamos una transformación cultural y luchar por la desestigmatización. El equipo debe ser interdisciplinario. En el proyecto, uno de los pilares también va a ser la capacitación de los recursos humanos, que el Estado sea el que pague la formación de la psicoterapia que se capacite a todos los profesionales de salud mental», agregó Castiglioni.
También aclaró que esta versión no contempla un porcentaje específico de cuánto más se debe invertir en salud mental, pero reconoció que la intención es obtener mayor financiación para poder llevar adelante la reforma.
¿Por qué es clave la salud mental en la sociedad?
Según la OMS explica detalladamente, una mala salud mental frena el desarrollo al reducir la productividad, tensa las relaciones sociales y agravar los ciclos de pobreza y desventajas.
Por el contrario, cuando las personas gozan de buena salud mental y viven en entornos favorables, pueden aprender y trabajar bien, así como ayudar a sus comunidades en beneficio de todos.
«Para transformar los servicios de salud mental, el compromiso debe traducirse en acción mediante una financiación adecuada. En la práctica, esto significa que las instancias normativas y los planificadores deben destinar más fondos a la salud mental», concluye la máxima instancia en temas de salud del mundo.