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Cambios de conducta y llanto frecuente: Algunas señales de alerta ante el abuso infantil

La falta de un sistema de educación sexual en las escuelas, provoca que niños y niñas no comprendan en qué consiste un abuso y los efectos que esto puede tener en su integridad. Según fuentes oficiales, más del 80% de los casos en niños se dan en el entorno familiar, lo que indica que es un fenómeno sistemático. Es clave observar sus cambios de comportamiento, escucharlos atentamente y hablar en los colegios de la aplicación rápida de protocolos.

El abuso sexual en niños, niñas y adolescentes es un trauma con que miles de personas lidian a lo largo de toda su vida. En un país como Paraguay –en el que la combinación de factores como la desigualdad social, la falta de voluntad política para hacerse cargo de dramas sociales como la desprotección de menores y la falta de educación sexual en las escuelas–, termina perpetuando este sistema que vulnera la integridad de personas todos los días.

Los últimos casos sonados de presunto abuso sexual en niños, tanto en colegios privados como públicos, y hasta en clubes sociales, han revelado que la cultura de aplicación rápida, efectiva y segura de protocolos, todavía es una materia pendiente.

Además de ceñirse de manera rigurosa a un protocolo para el abordaje de estos procesos, es necesario contemplar el espectro psico-emocional de la víctima, que no solo ha sufrido la agresión en cuestión, sino que también tiene que administrar la ansiedad que esto genera.

La psicóloga infantil, Lic. Mirta Maldonado, sugiere estar atentos a ciertos comportamientos de la persona afectada, cómo se da el trauma en las víctimas de abuso, lo que significa para sus vidas y cómo reaccionar cuando un niño, niña o adolescente tiene la confianza de contar lo que le está sucediendo.

El problema de no dimensionar lo que es un abuso

La especialista en salud mental recuerda primeramente que los seres humanos somos seres sexuados desde que nacemos.

«La sexualidad del ser humano en todo su desarrollo está llena de avatares, la infancia normal es complicada, es difícil y, si ese desarrollo es de por sí complicado y viene un adulto e irrumpe en ese desarrollo de forma violenta, por supuesto que genera una ruptura en base de lo que es la sexualidad», señaló.

En ese contexto, explicó que normalmente cuando somos niños, con la inocencia que tenemos, no vemos como algo negativo lo que podrían ser «muestras de cariño» y a veces esto impide que dimensionemos el hecho y que tengamos en cuenta los límites en la interacción con otros.

«Como somos seres sexuados, cuando alguien nos abraza, nos gusta, tiene que ver con el desarrollo del niño, niña y adolescente, y ellos no pueden interpretar todavía cuando ese acercamiento está fuera de lugar. Por eso, las niñas cuando empiezan a cumplir 12 o 13 años y entienden que fueron víctimas de abuso en un impulso van al colegio y le cuentan a su profesora, o a una vecina o se van de la casa», ejemplificó.

Leé más: Si estás al tanto de un caso de abuso y no lo denunciaste, sos un cómplice más

Resaltó que en estos casos, en Paraguay, tenemos una gran falla en el debate respecto a la educación integral de la sexualidad.

«En un debate escuché que proponían castración química, como si fuera que el abuso es una cuestión solamente de tener pene, mientras que el abuso es una relación de poder. Cuando un profesor te dice: ‘qué linda que estás’, es una relación de poder. La sociedad está tan sesgada por cuestiones religiosas o moralistas, que no nos permite entender el desarrollo del niño, todo lo que implica un abuso. Hagamos un debate serio sobre educación sexual integral», aseveró.

El trauma que puede generar guardar un secreto

La especialista manifestó que el abuso sexual es un trauma porque desborda la capacidad del niño para entender lo que le está pasando.

«En la mayoría de los casos, existe una asimetría entre la persona que sufre el abuso y la persona que comete el abuso. Esto se da en una situación de poder, es decir, el que ejerce la violencia tiene una relación de poder sobre la otra persona», acotó.

Resaltó que, hasta el momento, la mayor cantidad de abusos sexuales se da en el ámbito intrafamiliar y afirmó que por eso existe tanto sub registro de las denuncias, debido al miedo.

«Por lo general, un pilar que sostiene eso, por supuesto es el secreto y cuando hablamos del secreto hablamos de una dimensión importante para la psiquis de una persona. El secreto en este rango etario, afecta la subjetividad del niño, ya que se deposita en el niño la responsabilidad de guardar un secreto, porque el niño muchas veces no sabe que el abuso está mal», apuntó.

El abuso es progresivo, entonces puede empezar desde palabras, ir avanzando a manoseo, fotos, o toqueteo. La especialista destacó que la penetración no es la única forma de abuso y que es necesario que este concepto se universalice de modo a entender el fenómeno y así poder prevenirlo.

Cuando el abuso se da por parte de docentes, padres, amigos de familia o vecinos, recalcó, que el silencio es uno de los pilares.

«El niño, niña o adolescente tiene que adaptarse a una convivencia familiar diferente, que él sabe que es diferente, que el abusador sabe que es diferente y la víctima tiene que hacer un proceso de readaptación, que no se ve, pero que es un esfuerzo psicológico y físico de ese niño», indicó.

Los efectos que todo esto le puede causar a la víctima puede ser de corto, mediano o largo plazo. «Hay personas que no superaron un abuso y también hay personas que sí. No es que decimos que un abuso no se supera nunca, pero deja huellas en el psiquismo de la persona», subrayó.

Señales que deben ser tenidas en cuenta

Entre las señales de alarma en la infancia y la adolescencia están el cambio de conducta, por ejemplo, hace cosas que antes no hacía, no quiere la presencia de un adulto o llora con facilidad por cualquier motivo.

También puede tener conductas sexualizadas que antes no tenía, porque lo que se hace es estimular el cuerpo. La hiperactividad también puede ser un indicador, afirmó la especialista.

En ese punto, hizo énfasis en que es un conjunto de señales que se pueden dar en estos casos, no es que solo un síntoma o indicador va a darte una certeza de que existió abuso, pero aseveró que es importante atender y también prestar atención a lo que están diciendo los niños, niñas y adolescentes.

«Es importante escucharles a los niños, por más de que parece una idea trillada, lo cierto es que en este tiempo no nos escuchamos más. Hay una socialización que casi se nos pierden (los niños y niñas), que no sabemos bien qué hacen. Por otro lado, hay una hipervigilancia fallida, en todas partes, cuando uno entra o sale, cuando va a clases, no pasa por ser observado todo el tiempo», recalcó.

También dijo que uno de los sentimientos que aflora en la víctima, es el sentimiento de asco y de suciedad, por eso, en los niños, niñas y adolescentes que fueron víctimas aparece mucho la idea de «me quiero morir, pensé en suicidarme», por lo que hay que prestar mucha atención a estas palabras.

¿Qué hacer cuando un menor de edad cuenta que fue víctima de acoso o de abuso sexual?

Entre una de las consideraciones más importantes, la experta mencionó aprender a no cargarles la culpa del por qué no avisó antes, y entender de que la persona no avisa porque no quiere, sino porque está condicionada por el miedo y la incertidumbre.

«Muchas veces cuando preguntás en consultorio: ‘¿Por qué no le contaste a tu mamá?’, te responden que no quieren que ella se preocupe», indicó.

Por ese motivo, reflexionó que es importante mantener la calma, tratar de contener, darle esa confianza de que va a estar bien, sin culparle de por qué no contó antes.

Maldonado comentó que la recuperación de este proceso no siempre es la terapia, a veces el entorno que le contiene, a veces el niño ya no quiere hablar de eso.

«No siempre se va a recordar, pero sí es importante la serenidad de un adulto al enfrentar el abuso, porque ese es uno de los daños, la culpa, el sentirse culpable si se separa la familia. Porque en general siempre hay consecuencias», reconoció.

Una política nacional que evite la revictimización

La herramienta que se necesita es una política a nivel nacional, en la que intervengan el Ministerio de Educación y Ciencias, además del Ministerio de Salud. Esta política debe establecer un marco normativo de educación de la sexualidad que garantice este derecho a niños, niñas y adolescentes.

La Lic. Mirta Maldonado sostuvo que no es un psicólogo el que va a resolver el problema de la escuela, sino una política clara de qué es lo que la escuela va a hacer en qué situación. Reafirmó que los protocolos deben ser bien establecidos, porque cuando el protocolo se aplica correctamente, en tiempo y forma, se hace el circuito de atención integral y protección integral.

«Si todos los actores hacemos bien la tarea, entonces esa persona tiene un mejor pronóstico de recuperación, porque hay menos manoseo, menos revictimización y las cosas funcionan mejor, pero estamos lejos de eso porque hay una negligencia», concluyó la psicóloga infantil.

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