En los últimos tres años, incluyendo estos dos primeros meses del 2021, un total de 137 mujeres fueron víctimas de feminicidio. Esto a su vez, generó cerca de 165 huérfanos, sin contar con la cantidad de mujeres que sufrieron violencia física o psicológica.
La pandemia de COVID-19 y el aislamiento preventivo si bien impidió en una primera etapa una proliferación del virus, al mismo tiempo pudo haber sido un caldo de cultivo ideal para que la violencia intrafamiliar se recrudezca, lo que generó un incremento en el número de denuncias tanto en el Ministerio Público como en el Ministerio de la Mujer.
Tanya Mongelós, abogada en género, enumeró datos puntuales que indican un aumento de la violencia durante el 2020. “Por ejemplo, un dato muy concreto es que el año pasado (2019) para diciembre había alrededor de 4.000 llamadas y en el 2020, hasta noviembre, había alrededor de 5.200 llamadas”, citó.
“La pandemia y el aislamiento preventivo, produjeron un montón de problemas en la salud mental de los niños, de las personas dependientes y eran otra vez las mujeres las que estaban al frente. Entonces, por un lado, aumentó la demanda de exigencia hacia ellas, en su rol de mujer, también creció la violencia hacia ellas”, remarcó.
Cabe señalar que, según datos del Ministerio Público, se registraron en 2019 hubo unas 20.000 denuncias ingresadas, mientras que en 2020 hubo 25.953 denuncias por violencia familiar.
Un realidad de miles
Nadia Arce es una de las mujeres que literalmente vivió para contarlo. Además de relatar el suplicio que le tocó vivir sistemáticamente ante un hombre violento, dice a las demás mujeres que es posible salir del círculo de violencia, cuando incluso estuvo al borde de la muerte.
“Tuve una pareja violenta que casi me mató. Me acuchilló y estuve nueve días en terapia. Yo siempre digo que tengo dos cumpleaños: el 15 de setiembre, que nací y el 5 de julio, que volví a nacer”, resaltó.
Arce es una de las víctimas de violencia que pudo refugiarse en la Casa de la Mujer, una organización que se encuentra en Bañado Tacumbú, fundada con el objetivo de asistir a las mujeres que necesiten un lugar donde resguardarse.
En ese contexto, habló Jazmín López, directora de la Casa de la Mujer, sobre cómo funciona esta organización, y las acciones que realizan para proteger a mujeres violentadas a través de la activación laboral, brindando una oportunidad para lograr la independencia económica.
“Lo que hacemos es formar a las mujeres en microemprendimientos, para que ellas puedan solventarse desde sus casas, acá también tenemos(espacios) para que ellas puedan venir a trabajar. Cuando hay mucho trabajo nos llamamos todas y nos defendemos de esa manera”, puntualizó.
Jazmín explicó que en el lugar, tienen un área que se llama Mundo Sábanas, donde confeccionan, además de las sábanas, todo lo que tiene que ver con la línea de prendas de vestir, para que las mujeres que acuden a esa casa, tengan un sustento.
Un lugar seguro
La Casa de la Mujer recibe a una mujer en caso de que esté muy crítica su situación, por ejemplo, si es violentada físicamente, esta organización la acompaña al hospital para hacer el diagnóstico y a la comisaría para realizar su denuncia. “Ahí ya no pueden volver a sus casas, por lo menos mínimamente tienen que quedarse unos días”, comentó López.
Por su parte, Nadia Arce, víctima de violencia, confesó que cuando se enteró de que existía un lugar como Casa de la Mujer fue muy gratificante. “Fue lo mejor porque es como yo les digo a las mujeres –cuando yo me entero que están pasando un mal momento, pasan por necesidades–, siempre les digo que vayan al lugar para que puedan contar el problema que tienen”, apuntó.
En ese contexto, Lourdes Ostertag, especialista en violencia de género, afirmó que el hecho de que una mujer esté encerrada con su pareja abusiva, las 24 horas del día, los siete días de la semana, en esa fase cero, pudo haber sido el caldo de cultivo para el recrudecimiento de la ira.
“¿Por qué ella se queda?”
La especialista en violencia de género, señaló que muchas personas con frecuencia se preguntan, “¿por qué ella se queda?”, cuando se trata de violencia reiterada. Agregó que esto puede tener varias razones y una de ellas, es el ciclo de violencia.
“Él se puso nervioso porque ella recibió un me gusta, de Facebook, porque recibió un mensaje en su celular, o por cualquier otro motivo o por causas externas que él considere que lo enojan. No es algo interno, sino es algo ‘que vos hiciste’ (…) Después de la explosión es cuando a veces la mujer amenaza en dejarlo, o se va a denunciarlo o busca ayuda en la familia o en otra institución”, ejemplificó.
Siguió argumentando, que en ese momento, el agresor quiere revertir la situación y trata de mostrar arrepentimiento.
“Le pide perdón, se arrepiente, llora. Entonces ella le quiere creer, le perdona y viene la etapa que se llama el ciclo de la violencia, le llamamos la luna de miel, porque él hace buena letra, se porta bien, hace regalos para que ella le perdone, o no se vaya, no le pida el divorcio o retire la denuncia, que ella vuelva atrás en cualquier medida de protección que haya solicitado”, acotó.
“Solamente ella sabe el lugar dónde está parada”
Lourdes Ostertag advirtió además que tampoco hay que ejercer presión sobre la mujer que es violentada para que deje a su pareja.
“Esta mujer está harta de ser presionada. Está mujer está al límite de que todos tengan que decir lo que ella tiene o no tiene que hacer. Solamente ella sabe el lugar en el que está parada. Entonces es cuestión de decir: ‘el día que te decidas, estoy contigo'”, aconsejó.
Ostertag recalcó que una mujer en esta situación de vulnerabilidad necesita apoyo, comprensión, un oído, una escucha amiga; que su entorno le escuche no solo una, sino 10 o 20 veces, las veces que ella necesite.
Violencia en auge
En el último informe del Observatorio de la Mujer, publicado el 3 de febrero de 2021, se registraron cuatro feminicidios en Paraguay, sin embargo, en los medios de comunicación ya trascendieron más casos, además de los intentos de feminicidios y la violencia ejercida contra mujeres que quedó registrada en cámaras de circuito cerrado.
La brutalidad observada en los distintos videos que se viralizaron no dejan de sorprender a la ciudadanía, dividiendo los comentarios.
Mientras algunas personas insisten en la pregunta del por qué ella se queda, otras apuntan a la necesidad de la autodefensa y hay quienes van más allá y plantean torturar a los autores de maltratos, pero ¿Cuál será la solución a mediano plazo?
¿Seguir construyendo cárceles para llenarlas y mantenerlas con dinero del Estado? ¿Apuntar a una educación que erradique el machismo y evite la violencia? ¿Instruir acerca de la inteligencia emocional? o, ¿generar más acceso a la salud mental? Muchas preguntas ante una realidad que seguirá violentando y matando a mujeres mientras se dé una respuesta concreta por parte del Estado.
