Para las mujeres no es una decisión consciente no hablar de masturbación, es decir, el silencio en temas relacionados a la autoestimulación, sigue siendo un rasgo de pudor. Esto se debe a que existen diferentes factores que inciden de forma negativa en las mujeres con relación a este aspecto, lo cual genera culpa y hasta vergüenza del propio cuerpo.
Este peso que genera el habitar nuestros cuerpos, en todo sentido, y hacerlos soberanos, es un efecto que no se vive de la misma manera entre hombres y mujeres. En los niños y adolescentes varones, se asume que en su despertar sexual, exista una exploración propia, como parte del proceso del niño que va conociendo su cuerpo. Con las niñas no se tiene la misma reacción.
Sumado a estos condicionamientos sociales, culturales y religiosos, existe la deliberada ausencia de un marco pedagógico que guíe, oriente y enseñe a las personas sobre lo que implica su cuerpo y sobre todo, cómo erradicar el pudor que genera el placer.
¿Por qué genera tanto pudor el reconocimiento de que las mujeres también se masturban?
La primera exploración
Latitud25 consultó a Alessandra Rojas, licenciada en Psicología, especialista en Sexualidad, Terapia de Pareja y Consejería, sobre los factores que históricamente han influenciado y creado prejuicios con respecto a la masturbación femenina.
En países como el nuestro, de larga tradición conservadora, el autoconocimiento femenino se encuentra condicionado desde la infancia. Rojas ratifica que la exploración natural de los genitales, a diferencia de la de los varones, es un comportamiento mal visto y reprimido para las mujeres.
“Vivimos aun en una sociedad muy machista (hombres y mujeres), donde es natural que los nenes se toquen, se conozcan. Para la mujer no está permitida la idea de disfrutar, sino que se la toma como un objeto de placer para el hombre o simplemente para traer hijos al mundo”, comentó.
Conforme pasan los años y las personas van creciendo, es común escuchar a los hombres desde la etapa de la adolescencia hablar de la masturbación. Normalmente comparten experiencias e incluso hacen alarde de su masculinidad, refiriéndose a la frecuencia con que la practican. Esta conducta no se replica en las mujeres, muchas veces ni siquiera en la adultez, edad en la que persiste la vergüenza de reconocer esta práctica.
Rojas explicó que desde la niñez existen factores que ayudan a los hombres a estar en contacto con su genitalidad. Al estar desnudos, por ejemplo, quedan expuestos sus genitales; les causa curiosidad, se da espacio a la autoexploración y de esa manera se comienza a generar esta conexión de forma ingenua.
Agrega que, por el contrario, para las mujeres no se da de ese modo tan sencillo, ya que al encontrarse en la misma situación, ninguna parte del órgano reproductor se encuentra a la vista. Lo que ocurre, en ese contexto, es que no se genera esa curiosidad y desde ese punto ya crecen en lejanía de su propio cuerpo.
El peso de la religión
No existe escritura o pasaje bíblico que hable específicamente de la masturbación. Sin embargo, existen referencias e interpretaciones que condenan esta práctica por considerarla un pecado sexual. Tampoco existe unanimidad de posturas dentro de la Iglesia con respecto a este punto, aunque sí un claro rechazo a esta práctica.
Para algunos es considerado pecaminoso por ser es un “acto ególatra” y demuestra la falta de dominio propio. Otros, dicen que es incorrecta porque consideran que puede conducir a la pornografía o a la adicción al sexo y varias especulaciones que tienen una sola cosa en común: la culpa.
“Entonces (como mujer) yo no me acerco a la sexualidad con libertad o con una necesidad de explorar. Más bien, me acerco con el miedo de qué pasa si es que yo soy la que va a tener que cargar con todas esas consecuencias”, dijo Rojas.
Hizo énfasis en que muchas de las informaciones o la educación religiosa que reciben las mujeres tienen una base de culpa y de castigos a pagar, en caso de no seguir las reglas impuestas. Cuando nacen los intereses sexuales a lo largo de la vida, por lo general, lo hacen acompañados del cargo de conciencia.
“Si es que yo tengo sexo, siento placer, voy a pagar consecuencias”, comentó en base a su experiencia de relatos en común que se presentan en consultorio. Explicó que muchas mujeres se sienten juzgadas al intentar hablar de masturbación y hacen preguntas escandalizadas como “¡¿Vos hacés eso?!”.
Normalmente demuestran una actitud de rechazo. Por eso, probablemente cuando sienten la necesidad fisiológica de autoestimularse, también aparece el peso de la culpa.
Conocerme para conocerte
La especialista cuenta que para poder disfrutar de la sexualidad con otra persona, es fundamental la autoexploración. Resaltó que conocer nuestras zonas erógenas y reconocer nuestros gustos, son esenciales para poder expresarlos y exponerlos al momento de tener relaciones.
“(Es importante) Conocerme a mí, saber que es lo que a mí me gusta, que es lo que a mí me excita, a mí me estimula, para poder comunicarle a esa otra persona que va a compartir ese espacio conmigo” comentó.
Indicó que esta es la base para vivir a pleno una sexualidad compartida. Resaltó que, independientemente al tipo de relación que se tenga con la otra persona, es importante no decaer en solo aceptar lo que se propone, sin tener una voz para manifestar lo que me gustaría experimentar.
Cada mujer es dueña de su orgasmo
En los últimos tiempos, el empoderamiento femenino ha tomado notoriedad y fuerza, haciendo que las mujeres se planteen preguntas como: “¿De qué manera yo puedo vivir una vida plena?”.
En ese punto, la psicóloga propone empezar con algo tan básico y natural como el autoconocimiento, es una herramienta sumamente poderosa.
“Las mujeres que se permiten vivir esto, sienten un empoderamiento increíble. Porque desde el momento en que yo entiendo, que yo soy dueña de mi placer y de mi orgasmo; yo encaro la vida con esa misma perspectiva”, aseguró.
Resaltó la importancia de entender que ninguna persona completa a otra. Agregó que cada una puede encontrar el poder y la fuerza necesaria a través de la exploración del cuerpo y el amor propio. “Ese sentimiento de poder es lo que viene muy fuerte y muy arraigado desde la masturbación”, afirmó.
La masturbación empodera
La masturbación femenina tiene varios aspectos positivos. Estos van desde la liberación de las hormonas de la felicidad, regula la temperatura corporal, mejora el humor, libera el estrés y permite dormir mejor.
Incluso son efectivas para evitar exponerse innecesariamente a Enfermedades de Transmisión Sexual o relacionamientos insanos. Los aspectos citados son tan solo algunos de los muchos beneficios que tienen la autoestimulación.
“Muchas mujeres usan la masturbación como una herramienta para después de un día lleno de estrés, poder soltar ese estrés y poder descansar mejor. Así como también podemos soltar ese estrés a partir de ‘me voy a trotar 45 minutos’ y todo lo demás también se pude lograr a través de la masturbación”, explicó la profesional.
Para la mujer, la masturbación es algo muy íntimo y la sociedad aun no está lista para hablar sobre ella, pero la especialista Rojas asegura que aunque en un porcentaje mayoritario, la culpa aun existe, lo importante es que cada mujer en su privacidad, pueda vivir y disfrutar libremente ese momento.
Pero esto no implica forzar conversaciones que vulneren la intimidad de esas personas. Cada mujer puede compartir su experiencia en un lugar donde se sienta segura, pueda seguir buscando información y aprendiendo sobre los placeres de su propio cuerpo.
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