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¿La violencia entre jóvenes se contagia? Esto es lo que dicen especialistas

La violencia grupal juvenil acabó con la vida de Fernando Báez Sosa, el joven que fue asesinado a golpes por una turba de agresivos adolescentes y cuyo caso conmociona a Argentina. Este hecho trágico puede tomarse como base para debatir seriamente acerca de por qué se dan este tipo de hechos y cuál es el factor disparador de tanta violencia. En este material te contamos algunos de ellos.

Fernando Báez Sosa fue asesinado el 18 de enero de 2020 a la salida de una discoteca en Villa Gesell, Argentina. Fernando era hijo de paraguayos, quienes residen en la Argentina. Con solo 18 años fue víctima de una violencia desmedida, cada golpe que recibió por parte de sus agresores, acabó con su vida. En total, ocho jóvenes rugbistas fueron enjuiciados por su muerte.

A tres años del crimen, este proceso judicial está acaparando toda la atención en el país vecino. Eso se debe a las características de un caso, que responde al fenómeno de la violencia ejercida por grupos de jóvenes.

Las pruebas, videos, autopsia y otros elementos demuestran la brutalidad con que golpearon a Fernando entre varios, hasta acabar con su vida. Por la notoriedad mediática sin precedentes, varios especialistas en criminología realizaron análisis desde diversas perspectivas que puedan narrar como se dio el brutal episodio.

No obstante, además de la incesante búsqueda de justicia de este caso particular es importante abordar porqué se da este tipo de hechos de violencia. Los casos no siempre terminan en muerte, pero sí con lesiones graves y daños psicológicos a quienes son víctimas de estos ataques.

Hechos de violencia grupal se registraron también en el territorio nacional. En octubre de 2021, un joven sufrió un ataque por parte de una turba y quedó con graves lesiones.

En de enero de 2022, un joven sufrió traumatismo de cráneo. Esto, luego de que lo ataque un grupo de personas, a la salida de un local nocturno. Asimismo, en noviembre de 2022, a la salida de una discoteca de Presidente Franco, Alto Paraná, un joven recibió una estocada por parte de un grupo.

Ante hechos como este, preguntamos a especialistas: ¿Qué medidas se deben tomar a partir de entonces? Las consecuencias de episodios como este, pueden ser terribles tanto para las víctimas como los agresores, por eso es oportuno analizarlos. Esto es lo que respondieron desde la sociología y desde la psicología.

Una suma de factores

La violencia grupal juvenil no es un hecho nuevo, incluso ya existe bibliografía y varios estudios previos por parte de especialistas de la psicología y la sociología. En 2002, la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación para el Estudio de los Comportamientos de Riesgo lanzaron un material denominado “Violencia grupal Juvenil: Una revisión crítica”.

Este estudio hace referencia a la existencia de varios factores que influyen en esas conductas como la edad, la influencia de los iguales, factores de la personalidad y factores familiares, por citar algunos. En este caso, no se busca justificar la violencia, sino analizar la influencia de varios elementos en la producción de este fenómeno.

¿Qué dice la sociología?

El sociólogo José Antonio Galeano, habló con Latitud25 para analizar la violencia grupal juvenil desde el hecho puntual ocurrido en Argentina.

Para Galeano, uno de los aspectos preponderantes tiene que ver con la edad. Acotó que en la época de la adolescencia y juventud es muy importante la identidad social. Resaltó que con frecuencia, en este ciclo de la vida, a las personas les importa más ser aceptadas por su grupo de amigos que en sus otras relaciones.

Por otra parte, apuntó a que la práctica de deportes pueden tener culturas que pueden ser positivas o negativas. Citó, por ejemplo, que en la mayoría de los casos, los futbolistas son farristas, los basquetbolistas son más apegados al deporte y los rugbistas usan más la fuerza, la fortaleza.

Leé también: Analizamos la violencia de miembros de las barra bravas desde una óptica social

«Si vos sumás esos factores la edad, el grupismo, la fuerza y el alcohol o las drogas, es un cóctel explosivo», opinó.

No obstante, aclaró que no se trata de incluir a todos los rugbistas en un mismo grupo. Aseveró que el rugby es un buen deporte que tiene varios valores positivos. Sin embargo, siempre hay que basarse en el conjunto de factores.

«¿La violencia es contagiosa? Sí, pero no es suficiente; ¿Son jóvenes? Sí, pero no es suficiente. Nada es excusa. Pero analizando sociológicamente es una suma de factores. Además, creo que hubo otro factor de xenofobia o racismo», acotó.

Es necesaria la condena, pero también la prevención

El especialista afirmó que si bien sería necesario evidenciar que las peleas pueden salirse de las manos, no debe quedar en lo individual. Aseguró que no basta con la sentencia de cárcel, si no se hace nada a nivel social.

«Se tiene que generar todo un movimiento de concienciación que es mucho más difícil, porque es algo cultural. Hay que reforzar los componentes educativos, aleccionadores. Que se hagan charlas acerca de no la violencia, acerca del comportamiento de las fiestas. Esto no significa que hay que dejarle libre a estas personas», enfatizó.

En ese punto dio un ejemplo local. Refirió que en Paraguay se está empezando a meter a mucha gente presa porque no cumple con la prestación alimentaria.

Si bien, aseguró que es importante sancionar, lo que no se está dando es la prevención. Agregó que además de castigar, falta el elemento educativo o de conciencia que ayude a evitar que sigan ocurriendo casos como esos.

Por eso, es importante que, además de sancionar o castigar, se apliquen otras medidas paliatorias o instructivas de cara a evitar episodios futuros similares. Esto se puede lograr a través, de políticas públicas de Estado o de la gestión de las comunidades, que pongan foco en prevenir hechos violentos.

La violencia es contagiosa

Por su parte, la psicológa María Teresa Galeano, indicó que –según la psicología social– las personas, el ser humano puede tender a tener conductas diferentes cuando están solos, que cuando están en grupo. «Generalmente cuando están en grupo hay un líder y este líder es el que dirige. Muchas veces por falta de personalidad o autoestima muchas personas actúan diferente a cuando están en forma individual», apuntó.

En ese sentido, también considero que tenemos varios factores: el factor intrínseco de la personalidad, baja autoestima, la debilidad física y un sentimiento de buscar aprobación de los demás.

Resaltó que otros factores son los familiares y los estilos de crianza. Pueden tratarse de personas que tuvieron un estilo de crianza fue sumamente abierto, en donde no se crearon valores claros, concretos; familias con alto grado de conflictividad o factores de violencia intrafamiliar. Esta violencia puede ser, no solamente física, sino verbal y psicológica. Todo esto termina repercutiendo en el integrante de la familia.

«Cuando hablamos de los factores sociales y contextuales, nos referimos a lo primero que hicimos alusión, al tema de los grupos, de cómo influyen los líderes en los grupos, el contexto social en el que se desarrolla un acto de violencia. Todos estos factores juntos tienen un embudo, que pueden terminar en actos de violencia delictivos o hasta psicopáticos y perversos como los que hemos visto en el caso del joven que fue atacado por los rugbistas», puntualizó.

Acotó que lastimosamente esas conductas violentas se contagian, más aún en los grupos de pares, cuando hay grupos con exceso de alcohol o drogas. «Y se contagia porque el líder o los líderes hacen que esas conductas parezcan normales y entonces para pertenecer al grupo las personas se adecuan a esas conductas violentas», ratificó.

¿Cómo cortar con los ciclos de violencia?

La especialista en salud mental, recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) existe una serie de delineamientos como: aumentar las relaciones sanas, estables y estimulantes entre los niños y sus padres o cuidadores.

Además, la máxima autoridad sanitaria resalta la importancia de desarrollar habilidades para la vida en los niños y los adolescentes; reducir la disponibilidad y el consumo nocivo de alcohol, fomentar la igualdad en materia de género para prevenir la violencia contra las mujeres; cambiar las normas sociales y culturales que propician la violencia; y generar programas de identificación, atención y apoyo a las víctimas.

«Esto que le pasó a Fernando es una muestra de que si no cambiamos patrones que pueden prevenir actos violentos, esto va a seguir creciendo. Porque la población está aumentando y también el consumo de alcohol y drogas se dan desde más temprana edad. Tenemos que hacer una reflexión profunda sobre cómo ha influido esto y de qué manera nosotros como sociedad podemos evitar este tipo de violencia que llegan a la muerte», concluyó.

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