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Inicio de clases: “La educación ya estaba en crisis, esto es una catástrofe”, advierten

Tras el inicio de clases en las escuelas y colegios oficiales, se reveló una vez más la desidia que padece el sistema educativo. Una desidia no sólo pedagógica, sino una aun más básica, una dejadez estructural, un rasgo predecible de un estado ausente que se repite todos los años. Una especialista en educación habla de varios aspectos que hacen de esta desidia, una catástrofe educativa. ¿Qué falta y qué se puede hacer sobre la marcha? Los detalles en esta nota.

Hoy se iniciaron oficialmente las clases en las instituciones públicas. En ese contexto, el actual ministro de Educación, Nicolás Zárate, reconoció que todavía existen falencias dentro del sistema. Además habló de la necesidad de hacer modificaciones en la ley de Fonacide para atender la cuestión edilicia de las escuelas.

Zárate fustigó duramente contra los ejecutivos departamentales y municipales. Aseguró que los intendentes de las respectivas ciudades que reciben estos millonarios montos todos los años, no manejaron correctamente los fondos para mejorar la infraestructura de las instituciones.

Por otra parte, también criticó el exiguo dinero que destinaron los parlamentarios y el Ejecutivo al sector educativo. Entretanto, son ellos los que se llenan la boca hablando de la importancia de la educación en plena campaña.

“Fíjense en el Presupuesto General de Gastos de la Nación, nos dieron cero y lo poco que teníamos de la Unión Europea está suspendido”, apuntó. Asimismo, consideró que se deberían aumentar impuestos para que vaya más dinero a educación. Sin embargo, los datos demuestran que la mayoría de los presupuestos de Fonacide tuvieron baja o nula ejecución.

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Hubo tiempo y dinero, pero no resultados

Para hacer un análisis más detallado, Eugenia Peroni, magisterio en Política Social y especialista en Educación, habla sobre el tema, a través de RadioCast25, en el marco del inicio a clases.

“No se debe únicamente al Ministerio de Educación; las gobernaciones y los municipios no están haciendo su trabajo para levantar la infraestructura de la escuela”, apuntó, en coincidencia con lo que dijo el ministro Zárate.

La especialista en educación recuerda que la escuela es un lugar de contención de miles de familias, no solamente de los estudiantes. “La escuela es parte del primer componente para asegurar el derecho a la educación”, refiere.

En ese contexto, cita que el primer componente es que tengamos una oferta asequible. Esta oferta consiste en que los chicos con discapacidades puedan ingresar, que tengan baño, aulas dignas para dar clases y pupitres en buenas condiciones.

“Hoy ni siquera podemos hablar de que las escuelas se caen. Estamos hablando de pupitres herrumbrados, de ratones en los baños… Tenemos que tener un Estado que garantice, por medio de políticas estatales, una infraestructura digna y universal para dar clases”, subraya.

Continúa diciendo que cuando hablamos de educación, hablamos de tres componentes esenciales. “Primero es el ambiente, segundo es el adulto y tercero es el niño (niña o adolescente). Si el ambiente no responde a las necesidades de un niño, es imposible o demasiado difícil que se logre un proceso de aprendizaje. Esto es lo básico”, asevera.

En ese punto, pide que se deje de mentir y romantizar sobre la problemática existente con respecto a la infraestructura y las condiciones que tienen nuestros estudiantes hoy.

“Ellos deberían estar pasando a lugares que tengan condiciones que ni siquiera tienen en sus casas. Condiciones estructurales para que les dé gusto estar en clase, les interese ser parte. Entonces por supuesto que estamos en un momento catastrófico. Porque tuvimos dos años de pandemia en los que no había nadie en la escuela (las clases eran virtuales) y se pudo haber aprovechado para poner en condiciones”, recuerda.

Hay una serie de cosas que tienen que pasar por una planificación gubernamental, por encima de las administraciones de gobierno.

“El Estado debe garantizar el mínimo de dignidad para que los estudiantes lleguen a una escuela y eso hoy no se ve. Que las generaciones puedan entrar a un espacio que les permita desarrollarse”, agrega.

Falta de voluntad política

Para Eugenia Peroni hay un factor que predomina en este desastre. Por más de que suene trillado, habla con énfasis en la falta de voluntad política para mejorar el sistema educativo.

“Los adolescentes no votan, los niños no votan, entonces la educación queda en tercer plano. Nosotros vimos ministros que entraron a los ministerios y cambiaron las instituciones”, remarca.

Recuerda que el Gobierno intentó descentralizar los recursos del Fonacide para educación, pero esto tampoco funcionó: “Entonces necesitamos gente a la cabeza que diga esto es prioridad para el país”.

Indica que la realidad demuestra, por un lado, que el presupuesto es malo, y por otro lado, la persistencia de una mala gestión. Ejemplifica además, que hubo titulares de otros ministerios que en sus gestión introdujeron importantes mejoras, lo cual demuestra que los cambios estructurales son posibles, además de urgentes.

Para dar una idea en cifras, de la falta de gestión, la Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia (CDIA) recoge datos de 2020 y 2021. En el primer año mencionado, fue asignado a la alimentación escolar, más de Gs. 494 mil millones, de los cuales fueron ejecutados cerca de Gs. 126 mil millones, es decir, solo el 26%, durante la pandemia de COVID-19.

En 2021, se asignaron por encima de los Gs. 538 mil millones, de los cuales se invirtieron solo un aproximado de Gs. 98 mil millones, es decir, nada más que el 18%. Esto demuestra no solo la baja gestión en merienda escolar en los últimos dos años, sino que en 2021 se redujo.

En relación a los datos del Observatorio Educativo Ciudadano de Juntos por la Educación, se puede ver la casi nula o escasa ejecución del presupuesto de Fonacide, en 2021.

Latitud25 realizó una búsqueda básica en las capitales de los primeros tres departamentos. Tanto en Concepción como en San Pedro, la ejecución es del 0%. Mientras que en Caacupé, departamento de Cordillera, se ejecutó solo el 27% del total asignado.

El modelo de enseñanza debe adaptarse a las nuevas necesidades

La pandemia alejó a los estudiantes de las aulas por al menos 18 meses, primero con la suspensión completa de las clases y luego con la modalidad presencial. Peroni afirma que este suceso nos tuvo que haber demostrado que el aprendizaje se tiene que hacer desde un modelo constructivista.

“Con un aprendizaje que se construya desde el niño, con la guía del docente y un ambiente que lo permita. Las aulas tienen que ser un espacio de diálogo, debate y análisis, eso para desarrollar un pensamiento crítico, analítico y matemático. En materia pedagógica tenemos que mirar el modelo, porque el modelo que ofrecimos hasta hoy, no funcionó”, cuestiona.

Sostiene que en Paraguay seguimos estableciendo modelos para que un niño se inserte en una fábrica. Sin embargo, hoy en día con la tecnología existente y el cambio que vivimos, el niño tiene que salir con otras habilidades.

“No solamente con la memorística, tiene que saber crear, poder adaptarse, resolver conflictos, aprender a colaborar y saber que ser el último no está mal”, apunta.

No hay capital humano para trabajo

Peroni recuerda que los niños, niñas y adolescentes deben estar preparados para responder a una sociedad mucho más competitiva.

“Hoy tenemos estudiantes de 12 años que todavía no están leyendo. Hay una falencia casi conceptual, porque no sabemos para qué estamos educando. Nos estamos olvidando de que el mercado cambió. Hoy día si yo voy a tener el oficio de cargar nafta, tengo que saber completar una factura y tener razonamiento lógico”, ejemplifica Peroni.

Recuerda que Paraguay no tiene capital humano preparado para la demanda del mercado que se está proyectando en nuestro país.

“Hay miles de empresas que se abrieron y estamos trayendo gente de Bolivia o Argentina. Hay empresas que no encuentran personal en Paraguay y tenemos tantos desempleados. Si estamos mirando el escenario y está así de catastrófico”, enfatiza.

Finalmente, habla de la necesidad de reposicionar la educación como un derecho. “La educación estaba en crisis antes de la pandemia (momento en que muchos alumnos y alumnas perdieron clases), ahora es una catástrofe; cuando el 80% no puede resolver problemas y el mundo laboral lo que te pide es resolver problemas”, concluye.

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