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Hablemos sobre los tabúes y verdades que rodean a la menstruación

En pleno siglo XXI, la menstruación y otros aspectos de la salud sexual y reproductiva, siguen siendo tabúes sociales. La demostración más inmediata es que aun se buscan denominaciones alternativas como “estar enferma”, periodo o “Andrés” para referirnos a ella con pudor. ¿Cómo informar a una adolescente sobre esta experiencia? ¿Cuáles son los límites saludables? Surgen muchas interrogantes, y algunas de ellas las respondemos acá.

La menstruación es un proceso natural, en el cual se desprende sangre del útero y tejido a través de la vagina. Esto forma parte de un ciclo de cambios biológicos, pero sobre todo, es un signo infalible de salud en una mujer, durante su etapa reproductiva.

Sin embargo, hasta la actualidad aun existen mujeres que temen hablar al respecto. Se busca de alguna manera ocultar, aunque ocurra cada mes, y a la vez se invisibilizan varias realidades que hacen al desarrollo natural de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes.

Complejos, inseguridades, baja autoestima, tabúes, son algunos de los efectos que genera no hablar de aspectos biológicos como este. Según la Organización Mundial de la Salud es un problema de salud y de derechos humanos. En muchos lugares del mundo, la menstruación sigue siendo motivo de vergüenza y estigmas en las mujeres.

En Paraguay, históricamente ha existido una resistencia cultural entre padres y sus hijas a hablar sobre lo que implica la primera menstruación, una conversación que si bien no se tenía en la familia, se daba de manera superficial o incompleta en las escuelas.

Al respecto, conversó con Latitud25, Fanny Corrales, gíneco-obstetra del Centro Médico de la Mujer, presidenta de la Asociación Latinoamericana de Obstetricia y Ginecología Infanto Juvenil.

La misma resaltó que la menstruación lo que le dice a la niña, adolescente o mujer es que sus hormonas están funcionando apropiadamente, lejos de cualquier estigma relacionado al sangrado.

El problema de minimizar y normalizar síntomas

Según la especialista, ahora ya hay más niñas y adolescentes informadas respecto a van a tener la menstruación. Lo que todavía falta entender en cuanto a esto, es esa línea entre lo normal y lo anormal, indicó, debido a que muchas veces te dicen: “eso así nomás luego es”, cuando no es así.

“Por ejemplo, cada cuánto puede durar tu ciclo: no puede ser muy corto, no te puede bajar cada 15 o 20 días, no puede se tan largo, es decir, dejar de bajarte durante tres meses. Muchas veces normalizamos y decimos que es una etapa de desarrollo y que más adelante se va a normalizar”, ejemplificó respecto a lo prolongado que puede ser el sangrado.

Dijo además que el dolor hasta cierto punto es normal. Sin embargo, ante la existencia de un dolor severo que impide hacer actividades normales, ya habría que consultar con un especialista.

¿Cuándo es necesario hablar de esto?

Fanny Corrales resalta que la edad ideal es cuando empieza a desarrollarse la pubertad. “Hay algunos procesos que se van a dar antes de la menstruación, por ejemplo, el famoso tirón. En las niñas aparece el botón mamario y después de eso se va a dar la menstruación”, señaló.

Agregó que cuando los padres o tutores ven que existe un desarrollo puberal, tiene que empezar a explicarle cuáles son los cambios que va a recibir esa niña o adolescente, para no crear ansiedad. Porque, aseveró que, los cambios físicos que uno nota en su cuerpo puede generar rechazo, ansiedad no aceptación de su cuerpo, entonces es bueno ir contándoles qué va a pasar.

Tabúes versus realidades de la menstruación

Lavarse la cabeza o bañarse. Una de las dudas principales consisten en qué se puede hacer cuando una está menstruando, en base a ideas como que supuestamente una no puede hacer ejercicios o lavarse la cabeza. La respuesta de la especialista es: “todo lo que normalmente hago cuando no estoy menstruando, lo tengo que poder hacer durante la menstruación”.

Esto engloba la posibilidad de higienizarse, bañarse, lavarse la cabeza, hacer ejercicio. “Todo tiene que ser de forma regular, si hay impedimentos, o dolores extremos, algo está mal”, explicó.

Usar agua tibia o paños tibios. La gíneco-obstetra explicó que esto efectivamente ayuda a sentir mejoras. Fisiológicamente está comprobado que durante la menstruación hay un proceso inflamatorio en el cuerpo de una mujer. Por eso el baño con agua tibia relaja, ponerse una bolsita con agua caliente o un paño también, porque eso disminuye un poco la liberación de sustancias liberatorias.

“Si es muy severo el dolor y con esas medidas no va a funcionar, se busca otro tipo de tratamientos”, puntualizó.

La existencia del síndrome premenstrual. “Previo a la menstruación las mujeres tenemos un síndrome pre menstrual”, comentó. Algunos de los síntomas físicos son hinchazón, dolor de cabeza, de mamas e irritabilidad. Eso todavía se considera normal.

No obstante, cuando hay síntomas más fuertes o cuadros depresivos intensos, previo a la menstruación, eso se llama disforia.

Diferencias entre el síndrome premenstrual y el trastorno de disforia premenstrual

Síndrome Premenstrual (SPM) es un patrón de síntomas, que se da en los 10 días previos al inicio del periodo menstrual y desaparece cuando empieza el sangrado. En ese contexto, se presentan hipersensibilidad mamaria, distensión abdominal, retención de agua, además de leves variaciones del estado de ánimo.

Sin embargo, estos síntomas afectan de manera leve las actividades cotidianas de la persona que lo sufre, según estudios de varias universidades.

Por su parte, el Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM) es una exacerbación del síndrome premenstrual, pero con complicaciones más severas, ya que puede alterar totalmente el estado anímico de la mujer. “Puede afectar a la vida diaria y las relaciones”, explicó la ginecóloga Maybell Stewart a Latitud25.

El diagnóstico de TDPM requiere que la sintomatología sea persistente y recurrente a lo largo de evaluaciones reiteradas, según la revista “Fundamentos en Humanidades” de la Universidad Nacional de San Luis – Argentina.

Stewart resaltó que lo más llamativo de este síndrome es la tristeza, la ansiedad, el mal humor considerable y la irritabilidad o ira. Agregó que cuando se tiene un diagnóstico, lo que se debe hacer es un tratamiento de acuerdo a los síntomas.

Algunos de ellos se tratan con antidepresivos, anticonceptivos, suplementos nutricionales como calcio, vitamina B, magnesio. Además de aplicar una dieta saludable y realizar actividad física diaria. Pero antes de hacer un tratamiento es importante reconocer los síntomas y buscar un diagnóstico.

Elementos de higiene a las mujeres

Fanny Corrales reconoció que algo que no se visibiliza a nivel socioeconómico, es el impacto de la menstruación en una niña que depende de sus padres económicamente para comprar toallitas u otros artículos de higiene.

La falta de acceso a productos como toallitas, tampones o copas menstruales también constituyen un problema social.

“Muchas veces por no tener esos elementos, si son niñas, no van al colegio y, mujeres que no van al trabajo. Es mucho el gasto mensual y anual en una mujer. Lo ideal es que las mujeres tengan acceso a estos artículos, puedan cambiarse con frecuencia, higienizarse y contar con espacios públicos limpios para higienizarse”, enfatizó.

Finalmente, Corrales aplaudió el proyecto de ley, que ya fue sancionado en el Congreso paraguayo y que aguarda la promulgación del Ejecutivo, de proveer de manera gratuita artículos de higiene para la menstruación en lugares públicos, como instituciones educativas.

En ese punto, el Fondo de Población de las Naciones Unidas resalta que para millones de personas, la más natural de las funciones del ciclo reproductivo, es decir, la menstruación, se considera un indicador cultural de que esa niña ya es una mujer en condiciones de contraer matrimonio y ser madre, aunque en realidad, siga siendo una niña.

También habla del estigma y oportunidades perdidas, como abandonar la escuela debido al dolor, malestar y la falta de productos de higiene personal. Otro aspecto que aborda, es la pérdida de dignidad que se traduce en la falta de suministros e instalaciones sanitarias en entornos humanitarios, donde incluso lo básico, como el jabón y el agua, son escasos o simplemente no están disponibles.

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