El exceso de información, mezclado con la voluntad manifiesta de grupos de poder para generar fake news que distorsionen el debate, hicieron que broten dudas hacia la efectividad de la vacuna contra la enfermedad COVID-19. Pero el objetivo del descrédito no era realmente la vacuna, sino el método científico, cuyo aporte más importante son las conclusiones en base a la evidencia científica.
Tras mutar en varias ocasiones produciendo variantes más o menos contagiosas o letales, el SARS-CoV-2 sigue creando curiosidad en médicos y científicos sobre qué pasará con la inmunidad producida por las vacunas, cuántas dosis se necesitan, si seguirá la pandemia o si pronto ya se incluirá en el ciclo de vacunación contra virus endémicos.
Son dudas importantes y difíciles de responder, por lo que continuamente se realizan estudios científicos como el publicado, el pasado 19 de enero en la prestigiosa revista médico-científica The Lancet, denominado «La vacunación de tres dosis provoca anticuerpos neutralizantes contra omicron«, elaborado por científicos asociados al reconocido centro de investigación biomédica Francis Creek Institute de Londres.
Sobre la rigurosidad del estudio y sus alcances, consultamos con el Dr. Fernando Galeano, médico infectólogo del Hospital de Clínicas y del Instituto de Medicina Tropical, quien destacó que este tipo de complejos análisis del virus solo lo pueden realizar laboratorios del calibre del citado centro de investigación.
¿Por qué una tercera dosis?
En noviembre del año pasado el The New York Times publicó un artículo sobre la incertidumbre existente respecto a la efectividad de las vacunas contra la COVID-19 ante la variante ómicron.
El material indicaba que los laboratorios empezaron a hacer nuevas averiguaciones y los representantes de los mismos, señalaron que podrían incluso reformular las vacunas si era necesario, ante la sospecha de que las dos dosis que se estaban aplicando en la mayor parte del mundo, no eran tan efectivas contra ómicron.
El Dr. Galeano señala que cuando se tomó la decisión de aplicar la tercera dosis en varios países del mundo, la medida consistió solo en base a la lógica ya conocida de que los anticuerpos con el tiempo, van cayendo, es decir, reduciendo su efectividad. Entonces, no había un estudio que pruebe su efectividad para este caso específico.
«Eso se sabe de enfermedades previas, de vacunas previas, pero con esta variante ómicron había leído informes de que se vio in vitro, en laboratorio, que la efectividad de las vacunas decae, justamente por el fenómeno de escape inmunológico, así le llaman a lo que le pasa al virus por las mutaciones que tiene. Entonces los laboratorios se preguntaban si iban a tener que hacer una nueva vacuna para ómicron, o si serviría una dosis de refuerzo», explicó.
En ese contexto, resaltó que este estudio publicado por The Lancet confirma que con una tercera dosis, sí se puede combatir la variante.
«Este estudio se hizo en pacientes, que si bien son pocos dentro de todo, se entiende porque es un estudio laboratorial y bien específico, que demuestra que sí aumentan los anticuerpos», manifestó.
En este análisis se tomó como referencia las vacunas Pfizer y AstraZeneca. El infectólogo agregó que es un estudio muy específico en base a los anticuerpos neutralizantes, que no se mide fácilmente.
«Los anticuerpos son muy específicos, hay algunos que van solo contra una variante, lo que pasó es que esos anticuerpos (que produjeron las dos dosis antiCOVID) ya no reconocían a ómicron, entonces al aplicar esa tercera dosis estos anticuerpos aumentaron y le reconocieron de mejor manera a la variante», detalló.
La vacuna anticovid podría ser anual
Si bien, con una tercera dosis aumenta la efectividad de los anticuerpos contra ómicron, el doctor advirtió que puede haber otra variante, lo que a su vez es capaz de generar nuevamente un escape de inmunidad.
Esa posibilidad de que el virus continúe mutando y generando nuevas variantes, hace pensar que el sistema de inmunización contra el SARS-Cov-2, será igual que la vacuna anual contra la influenza.
«Haciendo nomás un paralelismo, la vacuna contra la influenza más o menos durante seis meses protege y por eso se hace una fórmula de vacuna cada año. Se prepara la vacuna de acuerdo a las mutaciones que fueron circulando en el año, primero va a los países del Norte, que ven cuál es la circulación y después se diseña para el Sur. A veces se acierta, a veces no, a veces circula otro linaje de influenza y justo la vacuna no tenía un linaje, por eso hay más casos», comentó.
Omicron: ¿fin de la pandemia?
El profesional de la salud reconoció que en el campo médico se habla de esa hipótesis, porque un virus para quedarse con nosotros tiene que ser capaz de contagiar a millones en simultáneo y el ómicron, en primer lugar, ya cumple eso.
En segundo lugar, «no tiene que ser tan letal porque al virus no le conviene matarle a su huésped porque o sino no puede diseminarse más; si le enferma muy gravemente la persona se interna, se aísla y el virus se queda ahí. El virus tiene que ser no tan letal y sí ser contagioso, por eso se piensa que puede ser el fin de la pandemia, que se va a generar como endemia y puede hacer picos de contagios de manera estacional», aclaró.
No obstante, remarcó que de momento son conjeturas porque la variante ómicron cumple con las características para que se convierta en una endemia, en ese sentido sería muy similar a la influenza, considerando que hasta los síntomas son iguales.
Finalmente, recordó una vez más que las vacunas no evitan el contagio, hay que seguir cuidándose con las medidas sanitarias que ya conocemos, pero sí evita en grandes porcentajes que la enfermedad llegue a ser tan grave como para requerir internación y produce menos muertes.
«Lo que no hay que confundir, es que no significa que porque la variante ómicron sea más leve va a haber menos muertos, porque se habla de entre 20% a 30 % menos de severidad de lo que era antes. Entonces, de tanta gente que se contagia al mismo tiempo las muertes igual van a ser un número absoluto grande», enfatizó.
También reconoció que existe una gran cantidad de gente que ni siquiera ya se hace el test para saber si tiene COVID-19 o no, debido a que los síntomas son leves en muchos casos.
Estas condiciones propician un gran subregistro de personas contagiadas y por ese motivo, ese 20% o 30% de casos graves o de gente que fallece va a seguir resultando un número grande, ya que la proporción de contagios es mayor y todavía hay un gran porcentaje de gente que no se vacunó . En conclusión, los indicadores de muertes a causa de la COVID-19 no significan que las vacunas no sean efectivas.
Hasta el momento, solo el 41,82% de la población paraguaya recibió las dos dosis de la vacuna contra la COVID-19 y solo el 10,99% recibió la dosis de refuerzo (la tercera). En la región, como país, solo estamos por encima de Bolivia y Venezuela en cuanto al porcentaje de población alcanzada con dos dosis.