Con el correr de los años cada vez es más temprana la incursión de los menores de edad en las distintas plataformas de internet, además de la sobreexposición que muchos niños y niñas tienen, producto de la voluntad o permisividad de sus padres.
Si bien muchos padres no prohiben a sus hijos acceder a estas redes sociales para que se entretengan o porque está de moda, el especialista en ciberseguridad, Miguel Ángel Gaspar explica que hay realidades técnicas que tienen que entender sobre todo los padres, responsables de la integridad de esos niños y niñas.
Esta realidad se basa en que diversas aplicaciones con multiplicidad de funcionalidades se encargan de recolectar datos de los menores de edad sin que ellos se percaten de ello. Justamente, en abril de este año en el Reino Unido presentaron una importante demanda contra Tik Tok por la filtración de datos de niños, niñas y adolescentes.
El especialista consideró que es alarmante ver el proceso de masificación infantil en este tipo de plataformas y dimensionar el riesgo de explotación y uso de su imagen para otros fines en primer lugar, así también como el de brindar demasiados detalles de la cotidianidad de esos menores.
Las redes sociales se pagan con datos
Miguel Ángel Gaspar señaló que las redes sociales son servicios y que no son gratuitos como podría llegar a parecer, servicios que tienen que contratarse y pagarse, no siempre con dinero sino con algo mucho más delicado.
Nuestros datos terminan alimentando una inmensa maquinaria que lucra con el procesamiento de los mismos para fines comerciales, en los que la data en base a gustos, intereses y hábitos, generan tendencias comerciales que son potenciadas por las redes sociales para concretar el acto de compra, que puede ser desde la suscripción a una app hasta un producto más costoso.
«Cuando contratás el servicio, estás pagando con tus datos, no es cierto esto de que sos el producto, eso ya murió, somos materia prima y nuestros datos son el producto. Entonces básicamente estamos dando a los niños una herramienta que contiene un montón de servicios que son para personas adultas y todavía nos sentimos orgullosos al decir que ellos manejan mejor la tecnología», apuntó.
Mucha exposición a internet
El especialista en ciberseguridad comentó que el inicio de la vida digital de un niño se calcula a partir de los cinco o seis años y desde ese inicio hasta los 10 o 12 años, deben pasar un par de horas al día por intervalos, para aprendizaje y diversión, pero solo en ciertos canales y con ciertas herramientas.
Sin embargo, reconoció que la realidad de los menores en Paraguay es otra. «Esto se convirtió en un chupete electrónico, en una niñera digital, hay niños que están 18 horas al día con el teléfono, niños que tienen acceso ya desde muy temprano», refirió.
Dijo que incluso recibió quejas de madres que hablan de «juegos satánicos que le hacen mal a sus hijos», pero Gaspar resaltó que no se trata de un «problema divino», sino de un problema humano.
«Si un niño está sin comer, sin dormir, peleándose con todo el mundo y haciendo bien o mal lo que hace en la internet, y de repente le sacan el teléfono, ¿cómo van a reaccionar? Obviamente que van a llorar, van a zapatear, no te van a decir: ‘ay, qué bueno mamá que me sacaste el teléfono’. Por eso digo que hay que cuidar el comportamiento en el ciberespacio», aseveró.
¿Qué tipo de datos se recolecta?
Comentó que los dispositivos que tenemos en nuestras manos, es decir, los teléfonos inteligentes, tienen entre 23 a 24 sensores, capaces de recolectar información, procesarla y enviarla ya procesada a su plataforma. Estos dispositivos, de esa manera, pueden determinar qué le hacen feliz a una persona o le ponen nerviosa, ejemplificó.
«Cuando usted decidió aceptar este contrato, usted le dio permiso de que abran ráfagas de voz, de video, de capturas de pantalla, para tratar eso y enviar información procesada. Lo grave de este tipo de cosas es que cuando hacemos trabajos en los colegios, le preguntás a los jóvenes quiénes van al baño con el teléfono, la mayoría responde que sí. Entonces ¿qué esperás que tenga ese dispositivo, si los chicos no se despeguen de él?», se preguntó.
La sobre estimulación temprana
El especialista en ciberseguridad sostuvo que ni Facebook, Twitter, Instagram ni Tik Tok, son redes, mensajeros o canales, reiteró que son servicios y a pesar de que estas aplicaciones digan que estos pueden ser utilizados por menores de 13 o 16 años, abajo de ese contrato dice «o la edad legal en el país donde se esté usando el servicio», que en Paraguay es 18 años.
«¿Por qué hacen esa salvedad? Porque la estimulación que va a dar la plataforma a la persona que use ese servicio va a ser de mayor de edad, mientras que nosotros estamos sometiendo a niños que muchas veces no tienen la madurez, la preparación ni el acompañamiento parental necesario», subrayó.
El riesgo del uso de videojuegos
En cuanto a los videojuegos, manifestó que existe una serie de estándares que permiten a los padres saber cuál es el rango etario de los juegos que utilizan sus hijos.
Agregó que uno de los mejores es PEGI (Pan European Game Information), que te dice tal juego es para tal edad. No obstante, la mayoría de los adultos responsables no controlan esto y hay niños de cuatro o cinco años jugando juegos que son para mayores de 13.
«Lo más jodido de esto es que para que esta gente haya hecho ese estándar seleccionó a gente de 13 años que tiene mucho más control y cuidado que nuestros chicos (en Paraguay), que tiene información del Estado, de su colegio y además, contención sicológica. Vos tenés que pensar a cuánto equivalen esos 13 años en nuestro país, donde no hay ni información suficiente ni contención sicológica», consideró.
Finalmente recomendó a los padres que busquen las herramientas digitales de control parental para controlar el tipo de página, los accesos, los horarios y saber con quiénes interactúan sus hijos. Además aconsejó que recurran a un profesional que los ayude a negociar con sus hijos.
«Yo recomiendo un sicólogo, con el cual puedan hablar sobre la cantidad de horas y el contenido que están viendo sus hijos, porque vos podés poner un control parental, podés prohibirle, pero al final a veces los hijos terminan ganando por cansancio», concluyó.