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¿Cuáles son los límites entre una relación sana y una tóxica?

En muchas relaciones de pareja hay una delgada línea entre poner límites, expresar emociones y la toxicidad. ¿Cuál es la diferencia? Te contamos todo lo que necesitás saber al respecto y lo que podés hacer para tener una relación sana.

¿Alguna vez te dijeron que sos una persona tóxica? Probablemente sí, ya que últimamente es una palabra que hasta se puso de moda, ni que decir con la gente que usa ese término para hacerle un piropo a su pareja: «mi tóxico/a preferido».

A veces incluso se confunde su concepto, se le tacha de tóxica a la persona que expresa sus molestias, que dice lo que siente, que pone límites o está pendiente de la otra persona, pero ¿cuál es el límite entre una relación sana y otra que es todo lo contrario?

Al respecto, Latitud25 conversó con el psicólogo Daniel Rojas, especialista en terapia sistémica, quien en primer lugar definió lo que significa una relación tóxica, explicó los comportamientos que llevan a eso y señaló qué se puede hacer para evitarlo.

Rojas explicó que una relación tóxica se da cuando hay un sentimiento de malestar, en una o ambas partes, sin que haya predisposición al cambio o si hubo intentos pero fueron fallidos. No obstante dijo que las personas no son tóxicas, sino que pueden llegar a tener actitudes tóxicas, como por ejemplo, celos excesivos, necesidad de control constantes o reclamos sin sustento.

No obstante, aclaró que si uno de los integrantes o ambos tienen predisposición al cambio, no definiría como tóxica a una relación, ya que –enfatizó– no se puede pretender que todas las relaciones sean perfectas de entrada.

“Un factor común que yo encuentro de base en las relaciones tóxicas, es un problema de ansiedad, cuando una persona quiere tener el control de la relación, es cuando esa ansiedad se dispara”, agregó.

¿Cuáles son las características?

Una relación que puede tornarse nociva se da cuando una de las personas o las que integran la relación tienen actitudes como el control excesivo, limitación del relacionamiento de ciertas personas, actitudes impulsivas, reacciones desmedidas en relación a las situaciones, exceso de dependencia emocional o amenazas.

En ese contexto, a continuación, el especialista en salud mental, explica punto por punto, los principales ejes de esta problemática.

Dificultad para identificar los sentimientos. Se basa en una imposibilidad de entender lo que uno siente ante una circunstancia, es decir, la persona no es capaz de reconocer si está enojada, triste, asqueada o tiene miedo, entonces no puede trasmitirle a su pareja a lo que le está pasando.

El psicólogo ejemplificó que se ve mucho en las relaciones eso de que una de las partes espera que la otra, tenga iniciativa sobre algo que quiere pero sin decirle. «Si yo te pido, ya no quiero. Ese pensamiento de que uno es trasparente o que la persona debe adivinar lo que le pasa también es un problema, es una actitud tóxica mucho más minimizada pero es micro violencia», puntualizó.

Imposibilidad de expresar disconformidad. Hay una línea que se borró bastante, basada en la diferencia entre expresar la disconformidad o querer pelearse. Muchas personas consideran que comentar algo que con lo que no está contento, es solo con el objetivo de enfrentarse, debido a la incapacidad que tienen algunos en reconocer lo que se está haciendo mal, disponerse a cambiar o ceder en algunos aspectos.

Por ese motivo, muchas parejas tienen una imposibilidad de resolver un problema y para «evitar la pelea «quieren dejar pasar nomás».

«En esos casos, yo les digo a mis pacientes, que hacer eso (dejar pasar) es como meter bajo la alfombra el problema, pero se sigue acumulando la suciedad bajo la alfombra y después va a explotar. Muchas veces no queremos poner límites porque dependemos demasiado de la otra persona y pensamos que al hacerlo, perdemos atractivo para la otra persona, pero a la larga no nos damos cuenta de que si no expresamos las disconformidades, tenemos más problemas», refirió.

Indefinición de los objetivos. Cuando se está empezando una relación, a mucha gente le cuesta decir lo que quiere. Por ejemplo, aunque alguien quiera solo sexo, teme decirlo, entonces le pinta el cielo de muchos colores a la otra persona, esa ya se ilusionó con otro tipo de relación, entonces cuando descubre que el objetivo era solo sexo, se desilusiona.

«Esa indefinición muchas veces se da porque estamos acostumbrados a que las relaciones sean comprometidas y monógamas; hoy tenemos que forzarnos a preguntarle al otro: ‘¿qué es lo que vos querés?’, porque el problema es cuando no estamos en sintonía. También existe mucho prejuicio si vos proponés eso de tener solo sexo; dicen que sos una persona promiscua o que le tiene miedo al compromiso, además, tampoco estamos acostumbrados a decir lo que queremos de manera certera», puntualizó.

Idealización. Cuando conocemos a alguien lo común es que tenga solo algunos datos, es decir, ciertas partecitas de la vida del otro y el resto de la información que no tenemos, lo llenamos con características del otro que a nosotros nos complazca.

«Si yo veo que sube una foto con un perro, digo que ama a los animales; si yo veo que sube una foto con un niño, que quiere tener hijos… Entonces terminamos armando una idea de la otra persona que muchas veces no es la real y después hace que le reclamemos, porque no coincide con nuestras expectativas. También tiene que ver con el hecho de que nosotros venimos de modelos parentales de pareja diferentes», comentó Daniel Rojas.

Falta de duelo. Hay personas que constantemente están en búsqueda activa cuando están solas, todo el tiempo que tienen, lo invierten en encontrar a su media naranja, lo que hace que muchas veces no puedan evaluar realmente con quiénes están y eso se vuelva un ciclo interminable.

«No tienen un periodo de duelo al terminar una relación y ya empiezan otra. La soltería no es un tiempo de descanso para seguir buscando a otra persona de manera inmediata, es un tiempo que también se puede disfrutar», aseveró.

A esa falta de duelo, también se le puede sumar otro inconveniente, que se basa en arrastrar traumas o miedos de las relaciones pasadas. Si uno no sanó lo que le dolió anteriormente, puede traer esos temores a su relación actual y actuar como si todas las personas fueran iguales.

«Ahí uno tiene que entender que cada nueva persona es borrón y cuenta nueva. Si una persona empieza ya con inseguridad y la otra persona no le dio pie a esa inseguridad, la relación comienza ya con el pie izquierdo», apuntó.

Exceso de conectividad. Las redes sociales en general nos dan la posibilidad de interactuar con el otro, sin que el otro esté presente siquiera. Es decir, uno puede acceder a información de lo que está haciendo la otra persona, de con quién está a través de fragmentos de las publicaciones.

«Puedo ver qué música escuchó, qué estuvo viendo, quién le dio me gusta a su foto. Las inseguridades de las personas en general no se dan tanto por lo que uno observa, sino por lo que uno piensa que está pasando; tenemos pedacitos vinculados a la otra persona y nosotros llenamos eso, somos bastantes creativos y catastróficos con eso», indicó.

«Esos son problemas que antes no se presentaban porque no teníamos una conectividad inmediata como hay hoy, eso puede ser productivo, pero también perjudicial para una persona que tiene mucha ansiedad», acotó.

Consejos para una relación sana

Expresar pensamientos y sentimientos. Es necesario definir qué quiere uno y poder trasmitírselo a la otra persona. Expresar lo que uno siente claramente, cuidando el lenguaje a utilizar para evitar herir los sentimientos del otro.

Cultivar la inteligencia emocional y no idealizar. Identificar cuando uno está idealizando, entender que en las relaciones hay fases, que cuando uno conoce recién a alguien está en la fase de enamoramiento, aunque no se esté enamorando, está en la fase en que la otra persona parece perfecta.

«Entonces hay que adaptar esa percepción a algo más realista, entender que yo le puedo estar poniendo en un altar a la otra persona. Nosotros tenemos que buscar en una relación la simetría, el igual a igual, no tienen que ser exactamente iguales, pero se tienen que complementar. Cuando uno es superior y el otro inferior, se da esa situación de subordinación y dominación y eso no tiene que pasar», resaltó.

Opinó que es necesario cultivar la inteligencia emocional desde temprana edad, porque si la persona va identificando, qué siente, por qué tiene que estar en una relación, si es obligatorio o no, entiende para qué son las parejas o cómo son las parejas, va a poder tener relaciones sanas. «Va creciendo con autoconocimiento y autoestima, porque el autoestima es muy importante para poder elegir», enfatizó.

Consultar con un terapeuta. La consulta con profesional de la salud mental siempre será la mejor guía. El psicólogo Daniel Rojas seeñaló que la gente confunde mucho el rol del sicólogo con el rol del amigo, pero estos son totalmente diferentes, porque el sicólogo te va a dar una orientación objetiva, primero va a tratar de desenmarañar todo y después te va a dar opciones de lo que podés hacer, pero la decisión va a ser tuya al final.

«El sicólogo te va a aconsejar en base a un bagaje científico, cuando vos tenés un problema, nosotros siempre vamos a buscar la solución; un amigo no siempre va a buscar la solución, muchas veces va a decirte lo que vos querés escuchar. Si le caía un poco pesada tu pareja, te va a decir: ‘era luego un idiota'», referenció.

«El sicólogo te va a preguntar qué papel tuviste en esto, qué pasó después, cómo fue la dinámica, nunca el sicólogo puede juzgarte y si te juzga, tenés que llamarle la atención, porque te atiende en un contexto muy diferente a lo que te aconsejaría alguien cercano, para demostrarte qué estás haciendo mal y qué podés cambiar», concluyó.

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