La ley “De trasplantes de órganos y tejidos anatómicos humanos” fue promulgada por Mario Abdo Benítez en setiembre de 2018 y su reglamentación se publicó en julio de 2019. Esta ley fue ideada en honor a Anita, la niña de tan solo seis años que falleció en 2013 tras esperar un donante de corazón durante un año y medio.
La falta de conciencia en nuestro país sobre la importancia de donar órganos, la indiferencia de muchas personas para hacerse donantes y la negativa de los familiares de fallecidos para donar sus órganos aumentó la necesidad de una ley que permita a los doctores y a los pacientes que requieren un trasplante encontrar con mayor facilidad un donante.
En el 2019, los resultados de esta ley fueron bastantes positivas, ya que se duplicó el número de donantes, sin embargo, tras el inicio de la pandemia en marzo de 2020 y su agudización durante este año en nuestro país, los números volvieron a bajar.
A la fecha, 222 personas aguardan una donación: 156 de cornea, 56 pacientes renales, cinco hepáticos y cinco cardiacos.
Al respecto, Latitud 25 conversó con el Dr. Gustavo Melgarejo, titular del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT).
Retrocesos a causa de la pandemia
El doctor Melgarejo recordó que el factor epidemiológico incidió a nivel mundial en la reducción de los trasplantes, incluso algunos países tuvieron que parar sus programas debido al alto grado de contagiosidad. En cambio, resaltó que en Paraguay igual se mantuvo gran parte de la logística y todo el sistema pese a esa situación.
Comentó que el año pasado se cerró con 82 pacientes trasplantados y este año ya van en el número 49, hasta la fecha. “La pandemia este año golpeó mucho más fuerte pero también aprovechamos para mejorar la logística”, resaltó.
No obstante, hizo mucho énfasis en lo importante que resultó haber hecho las modificaciones al sistema, con la ley Anita. “Eso permitió que el instituto tenga las fuentes financieras como para tener fondos para aprovechar la logística de todos los medios: ya sea el sector privado, público, tanto así que el programa de trasplante de médula mantuvo la misma cifra de los años anteriores”, destacó.
Incluso opinó que la promulgación de la ley Anita fue tan a tiempo, que dio la sensación de que el país tenía conocimiento de lo que iba a pasar, porque iba a ser imposible hacer todos los procedimientos por el coste y la logística que demandaba esta situación.
Explicó que antes de la pandemia muchos pacientes cruzaban las fronteras porque hay programas en los países vecinos, que hasta ahora Paraguay no ha desarrollado, entonces tras el bloqueo sanitario los gastos de medicamentos y estudios fueron cubiertos por los fondos de la ley.
“Nos ayudó muchísimo es como si tuviéramos la bola de cristal y sabíamos lo que iba a pasar. Ahora nos cuesta ejecutar algunos aspectos de la ley, estamos trabajando en una red de coordinación de algunos programas, estamos viendo alguna cooperación incluso, porque la pandemia nos hizo resentir muchísimo”, aseveró.
El cuarto en Latinoamérica
El director del INAT además resaltó que Paraguay está haciendo por primera vez el estudio de costos, para saber el costo real de la hemodiálisis y del trasplante renal, de modo a que se establezcan políticas a largo plazo.
“Porque en el mundo se ha demostrado que el trasplante renal es mucho más efectivo en término costo/beneficio; más barato hacer el trasplante que pagar las diferentes terapias. Hicimos con una asesoría externa el análisis en los diferentes hospitales que hacen esto, de esta manera Paraguay va a ser el cuarto país de Latinoamérica que hace este tipo de estudio, después de Argentina, Uruguay y Costa Rica”, aseguró.
Dijo estar orgulloso de este paso, porque esto nos va a mostrar el camino que tenemos que emprender en política de salud en Paraguay.
“La parte de la ley es importante pero también hay que ir incentivando el desarrollo de los hospitales, porque el trasplante es un modelo de calidad, los países que tienen alta tasa de trasplantes es porque tienen sistemas sanitarios muy efectivos, porque todo es tiempo. Nosotros para corazón, por ejemplo, tenemos solamente cuatro horas para el implante, para hígado ocho horas y el riñón, 24 horas. El sistema tiene que adaptarse a eso o sino el órgano ya no va a responder”, ejemplificó.
“Otro punto que quiero destacar es que Paraguay ha tenido un gran desarrollo en el tema de los tejidos, hoy día Paraguay tiene dos bancos de tejidos (…) El tejido podés donar en una muerte por paro cardiaco por ejemplo, no es como el corazón, que debe estar latiendo todavía, pero hay que evaluar las condiciones de la muerte”, agregó.
Lo que falta
El doctor Melgarejo insistió en que la conciencia es todavía la piedra angular en el avance hacia la donación de órganos. De hecho, comentó que instalaron la inclusión de este tema en el currículo escolar.
“En la escuela debe estar introducido ese tema. Porque lógicamente nadie de nosotros recibe información en la escuela sobre el proceso que implica y es un proceso muy complejo”, declaró.
Recordó que a pesar de que está todo establecido el protocolo a seguir, igual siempre hay trabas. “Una vez que se produce la muerte hay que hablar con la familia. La ley dice que el que no haya dejado por escrito estar en contra de la donación, es donante, pero siempre el problema es con la familia”, concluyó.