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Alertan sobre la desinformación que genera la “democracia de las encuestas”

Siempre que se acercan las elecciones, ya sean municipales o generales, surgen las especulaciones interesadas hacia la supuesta intención de voto en relación a las «preferencias» hacia ciertos candidatos, disfrazadas de encuestas electorales. Especialistas en ciencias políticas y economía analizan cómo estas publicaciones podrían llegar a incidir en el voto ciudadano y hacen un recuento del «sesgo» que se pudo observar en las elecciones de los últimos años.

Ya se dieron a conocer algunas estimaciones de encuestadoras. Estas dan una «amplia» preferencia al candidato del Partido Colorado, Santiago Peña, para las elecciones de abril próximo. No obstante, según varios analistas, estos resultados y las cifras que se publicaron antes de las últimas cuatro elecciones, no son una coincidencia.

El politólogo Marcos Pérez Talia, especialista en partidos políticos y procesos electorales, realizó una evaluación de varios artículos. Además de hizo recuento del contexto electoral que se dio en los últimos años.

En primer lugar, resalta que faltando todavía tres meses para las elecciones de abril, ya se publican estos números, que vaticinan una supuesta victoria de la ANR. Algo similar ocurrió también en las elecciones generales de 2013 y 2015 y sus correspondientes internas, así como las generales de 2018 y 2021, agrega.

«La democracia de encuestas» y la incidencia en el voto

Para hacer un análisis más claro, Pérez Talia recuerda que la democracia cuenta con varias definiciones. Sin embargo, resalta que una de las más aplicadas se basa en la idea procedimental de Robert Dahl.

Esta definición establece que la democracia consiste en la elección de gobernantes, a través de la competencia abierta y limpia, que además se debe dar con pluralidad de contendientes. La parte más importante, a enfatizar, es que para Dahl esta democracia debe tener un electorado informado con fuentes independientes.

«En la ‘democracia de encuestas’, si bien las elecciones son libres y en algunos casos competitivas, se busca afectar al electorado con informaciones distorsionadas. El objetivo es evitar su movilización, afectar la financiación de la oposición o incluso evitar la polarización», explica Marcos Pérez Talia.

Incluso, la Universidad de Nueva York publicó, en 2015, un estudio sobre ciencias políticas denominado «Encuestas a boca de urna, participación y votación popular: Evidencia de un experimento natural».

Entre las conclusiones de esta investigación, estimaron que conocer la información de las encuestas a boca de urna reduce la participación electoral en alrededor de 11 puntos porcentuales. 

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«Nuestro estudio es el primer diseño empírico limpio fuera del laboratorio para demostrar el efecto de dicho conocimiento en la participación electoral. Además, encontramos que la información de las encuestas en boca de urna aumenta significativamente la votación en grupo; es decir, es más probable que los votantes que optan por participar voten por el ganador esperado», señala textualmente.

Mismo modus operandi en el contexto nacional

Pérez Talia comenta que un reconocido investigador social llamó «sesgos» a la diferencia entre el margen final de las elecciones y el margen de la encuesta.

Cabe señalar que fue el investigador mexicano, Ricardo de la Peña quien publicó, en 2015, una investigación denominada “Cómo se mide la exactitud de las encuestas electorales”. Allí explica, incluso con fórmulas, la manera de llegar al resultado del sesgo.

En ese contexto, Pérez Talia hizo un recuento de lo sucedido en el escenario nacional y las notables diferencias entre las predicciones y los resultados finales de las elecciones.

Resalta que, para las elecciones de 2018, el actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, para la encuestadora Capli, ganaba por 31%. Sin embargo, a la hora de los resultados oficiales, solo ganó por una diferencia del 3%, sobre el candidato del Partido Liberal, Efraín Alegre. Si seguimos con la lógica de la diferencia entre el resultado final y la encuesta inicial, se puede calcular un sesgo de 28% a favor de la ANR.

Pérez Talia continúa diciendo que lo que hicieron en 2018 fue un fraude democrático. No obstante, resalta que ya hubo sesgos en otros comicios. Seguidamente, se remite a los hechos.

«A dos semanas de las elecciones en 2013, mostraron que Horacio Cartes (entonces candidato del Partido Colorado) ganaba por 14%. Finalmente, salió victorioso por una diferencia del 8%, sobre Efraín Alegre. El sesgo fue de 6%, nuevamente a favor de ANR», añade.

En cuanto, a las elecciones municipales de 2021 se repitió la misma historia. La encuesta publicada hablaba de una diferencia del 10% a favor de Óscar «Nenecho» Rodríguez. Al final de la jornada electoral, ganó a Eduardo Nakayama (Partido Liberal) por una diferencia del 5%, es decir, solo la mitad de lo anunciado. «Nuevamente un sesgo a favor de la ANR por 5%. Y así podemos traer montón de ejemplos más», comenta.

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Diferencias llamativas

El economista Guillermo Cabral hizo un análisis de las encuestas, realizadas por dos firmas en 2018. El artículo se denomina «Encuestas: alguien dibuja los resultados», fue publicado a través de Tereré Cómplice.

Cabral resalta que para CAPLI, los votos que iba a lograr Mario Abdo Benítez serían en un 28,9% desde la ANR, con ayuda de otros partidos. «Si usamos ANR+UNACE el ratio pasa a 31,9%», aclara.

Comenta además, que para la encuestadora Ati Snead, Mario Abdo lograría 68% de votación desde el Partido Colorado (y 75% para ANR+UNACE). Afirma que son los números de Ati, los que estaban mucho más cerca de los datos históricos.

«Creer los números de la encuesta de Ati implica asumir que la elección del 2018 no será tan distinta a las elecciones pasadas, con cambios acorde a la tendencia histórica. Creer los números de la encuesta de CAPLI implica asumir una verdadera revolución electoral en el 2018 que rompe la tendencia histórica de manera drástica», añade.

En ese punto y tras analizar varias otras cifras, reflexiona que estas diferencias son llamativas y remarca que es prácticamente imposible que sean solo un resultado del azar.

«Esto sugiere que una de las dos (o las dos) está dibujando los números. Si pensáramos mal, las razones pueden ser varias, como desanimar a los electores, desalentar a financistas, polarizar las elecciones entre ciertos candidatos, preparar el terreno para un fraude, etcétera; y todas estas razones no persiguen el objetivo esperado de una encuesta», subraya.

El momento en que se publican las encuestas

Marcos Pérez Talia, por su parte, recuerda que las cuestionables encuestas, del periodo electoral de 2018, se dieron a conocer justo durante un momento de tensión en el escenario político.

Este «momento» se enmarca entre los cuestionamientos a Óscar González Daher (Honor Colorado) y el juicio político al entonces fiscal general del Estado, Javier Diaz Verón (afín a Horacio Cartes).

«Ahora las encuestas, que muestran nuevamente un escenario amplio para la ANR (Asociación Nacional Republicana) aparecen en un momento oportuno», afirma.

Lo que sindica como llamativo es que se publicaron un mes antes que en 2018, en febrero y no en marzo. «¿Qué está pasando? Tal vez crisis interna otra vez con lo cual se busca llevar la tormenta hacia la Concertación», se pregunta.

Finalmente, parafraseando al economista Guillermo Cabral apunta que debe existir «consecuencias para este actuar inmoral de las encuestadoras» y concluye diciendo que necesitamos más «democracia real» y menos «democracia de encuestas».

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