En los comicios, una de las opciones elegidas por los electores es el voto en blanco. En este material, analizamos qué significa y a quién puede beneficiar esta elección. ¿Es una muestra de descontento que puede ser contundente o más bien ayudar a los partidos más estructurados? Te contamos lo que dice una especialista al respecto.
En las elecciones generales del 2018, se registró un total de 137.277 votos en blanco, cuando la diferencia entre el primero, Mario Abdo Benítez y el segundo, Efraín Alegre fue de solo 95.603. Este número se suma a la baja participación que existe en Paraguay, que en las elecciones generales ha rondado el 60%, históricamente.
Para Sarah Cerna, PhD en Ciencias Políticas, esta baja participación puede tener relación con la falta de obligatoriedad del voto en Paraguay. Respecto a la nueva reglamentación que impone una multa a quienes no votan, resaltó que quizás puede influir en el aumento de la participación.
No obstante, consideró que es una normativa muy reciente. «Hay que ver si hay algo diferente en relación a otras elecciones», apuntó.
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En ese contexto, antes de avanzar con la incidencia del voto en blanco, nulo o abstención, vamos a hacer un breve recuento de las diferencias. Cabe señalar que el voto en blanco es una opción, que tiene un elector al acercarse a las urnas, cuando ninguna de las opciones para el cargo a elegir logra convencerle.
El voto nulo, es aquel que se descarta por alguna irregularidad, por ejemplo, si la persona sale del cuarto oscuro con la papeleta abierta. Finalmente, la abstención hace referencia a la decisión de un ciudadano o ciudadana de no ir a votar.
Sin participación de gente apartidaria, el voto duro toma fuerza
La otra cuestión a considerar es que Paraguay es un país donde hay estructuras partidarias con presencia territorial importante, sobre todo de la ANR, señala Sarah Cerna. La presencia territorial guarda relación con las seccionales y PC, que movilizan el voto. Esto se da en menor medida con el otro partido tradicional del país, el PLRA.
Una baja participación o el voto en blanco puede favorecer a los partidos que tienen los votos duros, a los que se denomina así en la literatura. Es decir, se llama así a los votos de las personas afiliadas y simpatizantes, de tradición familiar, explica la especialista.
«Por lo general, una parte de la literatura politológica, dice que cuando hay ausencia de votos, no afiliados, votos no duros –en este caso de votos que pueden ir cambiando–, favorece a los votos duros. Por otra parte, si vemos una literatura comparada, la baja participación puede también, en este caso, tener cierta incertidumbre o ser una forma de rechazo», explicó.
Una «colaboración» a los partidos con mayor estructura
El voto en blanco o la abstención es utilizada como una forma de protesta o demostración de descontento, en nuestro país. Sin embargo, consideró que en nuestro país, esto puede colaborar a aquellos partidos que tienen mayor estructura y que hacen la tarea, antes y durante las elecciones.
«Entonces sí hay que ser muy cuidadosos y cuidadosas, que no solo significa un rechazo, porque ahora con la nueva forma que tenemos de la opción preferencial no hay una sola lista, hay una oferta importante de candidaturas, más allá de las presidenciales que son solamente trece, tenemos muchísimas opciones en senado, en diputados, en las gobernaciones, en comparación a otras elecciones en las que solo podíamos votar por listas.
Creo que una cuestión importante en esa línea, es que no votamos solo el color, vemos más caras. Hay todavía tiempo para conocer a fondo trayectorias, perfiles. Va a ser unas elecciones muy interesantes porque todo puede pasar, hay una incertidumbre respecto a quién puede ganar el domingo.