Doña Lali y Don Lorenzo, Eladio y Susana, son personas que se dedican al acopio de residuos, hace al menos 20 años. Rodeados de montículos de residuos, botellas de plástico y cartones, explican cuál es la resignificación que le dan a lo que nosotros llamamos “basura”, pero que para ellos comprende totalmente otro valor.
En el material anterior, pudimos ver cómo la cadena de reciclaje es imprescindible para reducir la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero y para mitigar los impactos de la crisis climática. Pero ¿Qué hay de ese trabajo cotidiano que a veces se ve invisibilizado?
“Si no era por esto, mucha gente iba a tener hambre”
Lali Leguizamón (73) y Lorenzo Leguizamón (72) son dos hermanos que trabajan de acopiadores en el barrio Tacumbú. De lunes a viernes, antes de las 8:00 se trasladan hasta la zona, para dar inicio a su jornada laboral.
Lali orgullosamente muestra los montículos de plásticos, señalando cómo se separan por grosor, tipo de plástico y colores.
“Esto no es basura, porque te da vida, te da ingreso, te da trabajo. A mis hijos, les mandé al colegio, yo les di a ellos estudios, con mi trabajo de acá. Tengo una nieta que está estudiando para ser abogada, un nieto que ya es profesor y ahora es director en Presidente Franco. Tengo 13 nietos y cuatro bisnietos”, resalta Lali.
Califica como “maravillosa” la posibilidad de ayudar a la gente de la zona. Agrega que así estas personas pueden comprar un plato de comida todos los días. “Vos no sabés lo que es, acá viene mucha gente con su bolsa, después de juntar a mano, para comer cada día. Yo me llevo de acá el sustento de cada día y ellos también”, asevera.
En ese contexto, reconoce que no todos tienen la misma intención de ayudar a la gente que recicla.
La inseguridad, un obstáculo para la gente trabajadora
Lali es quien sale en el motocarro a juntar esos materiales que los recicladores de base no pueden acercar hasta el local donde realizan el acopio. Mientras tanto, don Lorenzo, es quien se queda en el sitio a esperar que las personas traigan su mercadería para vender, para pesarlas y cotizar el pago por la mercadería.
Don Lorenzo cuenta que de joven trabajó como constructor en obras. Sin embargo, la oportunidad de ingresar al rubro se le presentó, por lo que decidió independizarse.
“Yo veía que se les jodía todo a las señoras. En esa época solo señores y señoras vendían eso, no eran los jóvenes, entonces me dijo un amigo: ‘Vamos a ayudarles’. Yo era maestro albañil a la mañana y a la tarde venía a comprar de ellos, después dejé ya la construcción. Tuve mi ferretería, una despensa, pero igual volví a trabajar en esto (de acopiador)”, cuenta.
A pesar de los esfuerzos y el aspecto positivo, también resalta que hay varios obstáculos para realizar este tipo de trabajo, como la inseguridad y la necesidad de formalización.
De reciclador a acopiador
Algunas personas que hoy están en el rubro, también empezaron desde abajo, como es el caso de Eladio Ortiz. Si bien hoy, es acopiador en San Lorenzo, hace 30 años inició como reciclador de base. Inicialmente salió con su bolsa a juntar de la calle, después en bicicleta y más adelante ya en carrito, pero con el tiempo, tuvo la visión de volverse acopiador y subir un peldaño en la industria del reciclaje.
“Después ya pudimos salir a comprar de las personas que salen a juntar los elementos reciclables; de tarde y noche, haga frío o calor, porque ese es el sostén de su familia, así hacen plata, hacen dinero para hacer estudiar y alimentar a su familia”, relata.
Con ese trabajo logró estudiar derecho, por lo que hoy, ejerce la abogacía por la mañana y es acopiador de tarde. “Soy de una familia muy vulnerable, pero con perseverancia y sacrificio uno puede llegar a crecer, en este rubro y en muchos rubros”, manifiesta.
“Algunos vienen a la mañana para llevar un poco para su desayuno y después, juntan más y regresan más tarde. Están quienes traen sus mercaderías una vez a la semana, porque tienen mayor posibilidad de organización, por eso somos importantes nosotros, porque ayudamos mucho a las personas en estado de vulnerabilidad, que no consiguen trabajo, ya que casi no hay fuentes de trabajo”, asevera.
Una lucha por la formalización ante un Estado poco diligente
Los acopiadores buscan políticas estatales que les ayude a formalizar el trabajo que hacen, para dar trabajo a las familias y así también contribuir con el país.
Eladio comenta que AREPAR está buscando la manera de que este sistema de trabajo sea formal. Esto se debe a que, en la actualidad, la mayoría de los acopiadores no logran acceder a una patente comercial que se ajuste a las necesidades de los acopiadores.
“Vos ves acá que no es una industria, es un lugar de compra y venta. Para que sea industria es necesario que tenga la licencia ambiental. Nosotros somos acopiadores, queremos pagar nuestros impuestos y queremos trabajar legalmente”, sostiene.
Resalta que el Estado podría ser más diligente y otorgarles facilidades para que puedan tener una patente, sin tanta burocracia y elevadas sumas de dinero, de modo a tener la posibilidad de tributar.
“No hay que darles plata, hay que darles herramientas”
Eladio siempre tiene la mente puesta en cómo se puede ayudar a las personas que están empezando en el rubro del reciclaje. Asegura que no se trata de dar plata a quienes quieren trabajar, sino de ofrecerles herramientas como: carritos, botas y bolsas para juntar los reciclables, lo que facilitará considerablemente la labor de recopilación.
En ese sentido, dice que de ser posible, cada municipio debería censar a su comunidad y ayudar a quienes trabajan en esto. Considera que sería también una señal de seguridad que las personas estén identificadas por la Comuna para poder acercarse a pedir los materiales, casa por casa.Hace énfasis en la honestidad que tiene la gente que trabaja en el rubro.
“Vos sabés que 25.000 familias están comiendo de esto. Imaginate si se cierran las empresas que están comprando nuestros productos que son clasificados. Estas personas salen a limpiar el barrio, sin tener ningún ingreso de la Municipalidad, por eso hasta ahora ellos no se manifiestan, ni salen a cerrar la ruta porque tienen hambre, ya que tienen trabajo”, insiste.
Una empresa familiar que fue creciendo
Susana Morilla, es una acopiadora mediana, que reside en Luque y empezó hace 21 años. Si bien hoy su empresa ya cuenta con un espacioso lugar y prensas para compactar el plástico, manifiesta que no siempre fue así, ya que en un principio debieron salir a buscar casa por casa.
Con el tiempo, y en base al trabajo, lograron adquirir mayor cantidad de clientes. Susana, resalta que hoy tienen un camión que les sirve para transportar los materiales, el cual pueden volver a utilizar gracias al proyecto “Asunción Cero Residuos”, que hizo posible la reparación del camión.
Un proyecto para fortalecer a acopiadores y recicladores
Con el objetivo de fortalecer a los acopiadores y recicladores del Área Metropolitana de Asunción, nació el proyecto “Asunción Cero Residuos”.
La iniciativa se implementa a través de mejoras en las condiciones de trabajo, lo que incide en la recuperación de materiales reciclables de manera más rápida y en mayores cantidades, lo que también generará mejor calidad de vida.
Este proyecto es impulsado por Coca-Cola, a través de la Fundación Moisés Bertoni. Para el efecto, fue beneficiado un grupo de acopiadores y además de Susana, a Eladio Ortiz le asisten con el alquiler de un local de acopio en San Lorenzo, donde tiene más espacio para clasificar los materiales.
Asimismo, Lali y Lorenzo, fueron beneficiados con una báscula electrónica de 1500 Kg y bolsas de gran capacidad de almacenamiento.