Carreras como Física, Geología, Radiología e Imagenología, Física Médica, son algunas de las que no tuvieron ningún solo ingresante para el periodo 2022 en la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Esto evidencia una serie de situaciones como el déficit en la educación, la falta de motivación de los estudiantes para estudiar carreras científicas y las fallas del Estado para incentivarlo.
A este ritmo, cada vez hay más jóvenes interesados en carreras administrativas o sociales, pero no científicas, lo que deja vacancias preocupantes y grandes incógnitas sobre el futuro de la ciencia en nuestro país, ¿se van a cerrar esas carreras? ¿Hay poco interés o déficit en el aprendizaje?
Esta escasez de nuevos profesionales en ciencias exactas, puede comprometer severamente la investigación científica en Paraguay, la autonomía que esto genera en materia de diseño y aplicación de políticas públicas y, consecuentemente, el fomento de la innovación y el desarrollo.
Latitud25 abordó este drama que afecta a toda una generación y conversó con varios referentes de la academia, de la investigación científica y la educación para tratar de entender los motivos que dieron lugar a este dilema.
Faltan capacidades mínimas
Los resultados de los exámenes de ingreso en la Universidad Nacional son el reflejo del nivel de preparación con que salen los alumnos del colegio, manifestó la Dra. Antonieta Rojas de Arias, presidenta de la Sociedad Científica del Paraguay.
“Existe una brecha importante que debe ser subsanada, porque se requieren capacidades mínimas para ingresar y cursar una carrera pagada por el Estado. Es así que en los exámenes de ingreso se evalúan las capacidades mínimas de conocimientos que debe tener un alumno para afrontar una carrera en la universidad”, indicó.
Señaló que las carreras básicas son primordiales para la universidad y el país, ya que estas deben formar individuos en la ciencia básica fundamental sobre la cual, se apoyan todas las iniciativas de producción del conocimiento; para luego, darle valor a este conocimiento al convertirlo en productos de utilidad pública.
“Las universidades deben ser el centro de producción de ese conocimiento e ir lentamente dejando su tendencia estrictamente profesionalizante y volcar sus esfuerzos hacia una universidad que gravite en su entorno con convencimiento para establecer las demandas y poder generar las ofertas con inducción al profesorado y a sus estudiantes”, manifestó.
Un drama de larga data
Este déficit en el aprendizaje, que genera pésimos resultados en las evaluaciones, deriva de una serie de malas de decisiones, capacitaciones y de inversión en el sector educativo, que se viene arrastrando desde hace décadas.
Para la especialista Paz Peña, educadora, asesora técnica y especialista en Educación, estos resultados no se pueden atribuir exclusivamente a la educación híbrida y virtual que se aplicó durante la pandemia.
“El aprendizaje es concatenado, viene desde muy temprano, mientras que la escolaridad virtual o a medias fue durante dos años, entonces los últimos dos años sí son muy importantes, pero nadie puede dejar de entender conceptos básicos matemáticos, porque no cursó de una manera óptima, al 100% el tercero de la media”, expresó.
Apuntó a que se puede deducir que si el alumno estaba con conocimientos débiles, ahora esa escasez de conocimiento se agudizó. También resaltó que no podemos saber si todos los estudiantes que intentaron ingresar este año se recibieron en pandemia o ya lo hicieron antes.
“La pandemia es ahora una buena excusa, sin embargo, vos podés dejar de ir a la escuela, tener una educación a medias en los últimos dos años, pero vos aprendiste conceptos matemáticos mucho antes de la pandemia, tenés que poder resolverlos después, porque es algo concatenado”, subrayó.
No existe cultura científica
Las vacancias que quedaron disponibles en la Facultad de Ciencias Exactas y la casi nula cantidad de ingresantes, no es solo un problema de falta de capacidades para ingresar, también evidencia una disminución del interés en las carreras científicas.
El Dr. Antonio Cubilla, médico, educador y reconocido investigador científico, consideró que esta decadencia tiene que ver también con la tradición cultural de un país en donde siempre hubo poca atracción hacia las carreras pesadas y, sobre todo, las carreras científicas.
“Las carreras pesadas son aquellas que requieren dedicación completa, es decir, que no podés trabajar y estudiar al mismo tiempo, y eso no solo tiene que ver con una cuestión cultural sino también económica”, refirió.
En ese punto, mencionó que incluso si algunos intentan estudiar estas carreras, difícilmente puedan desarrollarlas bien, porque hay como una lucha entre la sobrevida versus la autoexpresión.
“Nuestros jóvenes están en la sobrevida, tienen que estudiar y pensar cómo mantenerse, ¿qué van a pensar en la autoexpresión (la ciencia o el arte)?”, reflexionó.
Refirió además que en nuestro país no se ha desarrollado la cultura científica, como en muchos países subdesarrollados y señaló que al parecer el interés por la ciencia se propaga en los países que ya se han desarrollado económicamente.
“A lo mejor, la ciencia florece, en países que han florecido económicamente, porque la ciencia requiere de ciertos ambientes y condiciones externas para su florecimiento y lógicamente esas condiciones no se dan en países tan primarios educacionalmente, como los nuestros, entonces esto se agrava, con el desinterés general que hay ya a nivel mundial en la disciplina científica”, manifestó.
Sin motivación, no hay vocación
Paz Peña manifestó además que la falta de vocación y de motivación en este ámbito, tiene varias razones, que están influenciadas por el medioambiente, el capital cultural de la familia, el de las escuela o colegio y también el factor económico.
“Si yo voy a una escuela o a un colegio, donde se incentivan las ciencias, la exploración, donde tengo recursos que puedan despertar ese interés; si yo estoy en un hogar donde se respeta mi vocación por las ciencias exactas, probablemente no me desvíe de mi vocación”, consideró.
Sin embargo, indicó que la realidad en nuestro país es que la mayoría de las escuelas y los colegios no son exactamente ambientes propicios para despertar esa vocación.
En ese punto, también destacó que muchas veces tiene bastante influencia el factor económico. “En Paraguay hay muchas familias con bajo nivel de ingresos, entonces hay muchos jóvenes que no se van a dar el lujo de estudiar biología o ingeniería porque saben que no van a tener una inserción laboral inmediata, tienen que trabajar de día y estudiar dos o tres horas de noche”, refirió.
¿Escepticismo hacia la Ciencia?
A criterio del Dr. Cubilla, en los últimos tiempos se instaló con fuerza la crítica intelectual hacia las disciplinas científicas de parte de otras disciplinas no científicas, que incluye a las llamadas ciencias sociales.
“Eso genera un escepticismo sobre si realmente hay verdades eternas o verdades fijas, entonces hay muchas críticas pos modernistas a la objetividad de la ciencia que no son definitivas, es un extremo, se está agregando al ya escepticismo general y al atractivo que ejercen las seudociencias en las poblaciones”, explicó.
Asimismo reconoció que ve muy mal el futuro de la ciencia en Paraguay, porque si bien, en este ámbito ahora estamos mejor que hace 30 años, es preocupante las vacancias que existen en las becas que se otorgan para estudiar.
“En la Becal hay vacancias para doctorado, se trató de priorizar el doctorado sobre el masterado en base a las carreras que tienen importancia para el mercado y ni aún así hubo suficiente demanda”, lamentó.
La burocracia desalienta
Cubilla reconoció que la burocracia a la hora de presentar papeles para postularse para una beca o para conseguir dinero para una investigación es algo que asusta no solamente a los jóvenes sino a los científicos ya formados, que no tienen una inclinación por lo administrativo y se ven agobiados para realizar esos papeleos.
“El Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) está cumpliendo una gran función, pero tiene un marco terriblemente burocrático. En los países donde hay ciencias grandes y verdaderas –a mí me tocó también estar 10 años en ese ambiente– las universidades tienen un departamento que se dedica a administrar el dinero para la investigación”, ejemplificó.
Aseveró que la situación es grave a nivel país, no solo para los estudiantes sino para los investigadores que luchan constantemente para conseguir insumos en las diferentes instituciones y organizaciones.
Se forman en el exterior, pero no tienen trabajo en Paraguay
El investigador reflexionó además respecto a que no existen suficientes espacios laborales para la ciencia en Paraguay y que esto genera un gran desaliento en los estudiantes que dedican años de su vida a su formación, cuando esto no se traduce en una garantía para acceder a un trabajo ni siquiera a una remuneración acorde al nivel de especialización.
“Un estudiante que va a la Becal no tiene trabajo al regresar. Se les está creando una serie de incentivos, Becal con Conacyt está creando un sistema de reinserción”, enfatizó.
No obstante, señaló que el Estado debe hacer un esfuerzo deliberado para salvar a las personas talentosas que no tienen recursos para desarrollar sus vocaciones verdaderas y de esa manera beneficiar al país.
“Lo chicos más talentosos están en los segmentos más desfavorecidos, es por una cuestión de números estadísticos, el 80% de la población está en el límite de la pobreza y de ahí salen los chicos más talentosos, entonces esos van perdiendo su vocación por culpa de todas estas circunstancias que estamos mencionando”, expresó y añadió que eso el gobierno no puede dejar esta situación al arbitrio.
Asimismo la Dra. Antonieta Rojas, concluyó que en la medida en que las políticas públicas pongan también a la ciencia, la tecnología y la innovación como elementos fundamentales para el desarrollo y el bienestar de la población, las carreras de ciencias básicas sin dudas tendrán un mayor atractivo.