Justamente un año atrás, en agosto de 2020, la Laguna Cerro, en la ciudad de Limpio, era protagonista de portadas de medios digitales del mundo entero, alcanzando una amplificación mediática sin precedentes, logrando que hasta el reconocido actor y activista ambiental, Leonardo Di Caprio, alertara sobre la crítica contaminación que padecía una laguna que estaba teñida de un rosado intenso, en el pequeño país en el corazón de Sudamérica.
Paraguay nuevamente estaba en el ojo de la tormenta en materia ambiental, no por sus escandalosos índices de deforestación denunciados por organizaciones internacionales, sino que por el mal manejo de recursos hídricos por parte del sector privado y la permisividad de las autoridades al permitir que esto sucediera.
Ahora, una situación similar está atravesando el lago Ypoá, que se encuentra en el límite de los departamentos Central y Paraguarí y, forma parte del parque nacional Lago Ypoá (920.000 Ha). Esto, según los especialistas, compromete a otros cauces aledaños a la cuenca de este recurso.
El color rojizo de sus aguas, así como en el caso de la Laguna Cerro, es producto del desecho de sustancias químicas que se utilizan en curtiembres y que generan una notable descomposición que contamina este recurso hídrico.
Por ese motivo, el 13 de agosto, el Ministerio del Ambiente (MADES) suspendió la Declaración de Impacto Ambiental de la empresa Durli Leathers Sociedad Anónima, propietaria de la planta procesadora de productos y subproductos de origen vacuno, que linda con el lago.
Según lo que comunicó la estatal tras la suspensión, se establecieron medidas correctivas que la empresa deberá cumplir para evitar cualquier filtración que llega a los cursos hídricos. Este nuevo suceso ambiental revela el abuso de industrias que sin control alguno, desechan sus residuos en la cuenca del Lago Ypoá.
Sin acciones, ni aprendizaje
Al respecto, RadioCast25 conversó con Julio Mareco, director de fiscalización del MADES, quien reconoció que están comprometidos los cauces hídricos y que la afectación no es menor.
Explicó que, a pesar de que está contenido este elemento líquido, con una lluvia eso podría filtrarse a los afluentes cercanos, afectando a otros cauces y cuencas aledañas.
“Para nosotros es un mal manejo de residuos. No es la primera vez que a esta empresa se le interviene por el mismo caso, mal manejo de residuos. Así es que esta vez tuvimos que suspender la declaración de impacto ambiental, que también se conoce como licencia ambiental, porque la empresa reincidió”, explicó.
Suspensión todavía no es definitiva
Mareco aclaró que la suspensión fue automática, cuando el Ministerio detectó este nuevo caso de contaminación. Ahora, la empresa está siendo sumariada y al final del proceso, van a tener una sanción y una multa. “La asesoría jurídica va a decidir si se les suspende por siempre o se les levanta la sanción”, remarcó.
Dijo además que a pesar de que necesitan más gente y más infraestructura, a esta empresa le tienen bajo control. Aseguró que por lo menos una vez al mes realizan el control y agregó que la firma además no había presentado el estudio de afluentes como se habían comprometido.
“La misma resolución por la cual se le suspende, le ordena que retire de esa zona y traten ese líquido en la misma planta de tratamiento que ellos tienen, para ver con el suelo qué se puede poner, de modo a que después se pueda recuperar de manera natural”, concluyó.
Cabe resaltar que la empresa mencionada ya cuenta con dos procesos por el supuesto procesamiento ilícito de desechos y su posterior deposición al arroyo Caañabé, afluente que desemboca directo al Lago Ypoá.
Un mal endémico
El arroyo Mburicaó –el más gran de Asunción– también se encuentra en una situación catastrófica, con sus aguas de color rojo y hasta negro, como se pueden ver en imágenes tomadas desde arriba, y miles de kilos de basura.
A pesar de que desde la Municipalidad de Asunción hace un par de años señalan que están trabajando en un Plan de Gestión de Recursos Hídricos, la contaminación del arroyo continúa en una situación crítica, que es un problema, en parte de conciencia ciudadana y en otra, de la política de gestión de residuos de la comuna capitalina.