¿Qué tan complicado es terminar una carrera universitaria en nuestro país? Las cifras indican que es extremadamente difícil, ya que en promedio, solo el 10% de las personas que se matriculan completan sus estudios. Es decir, que el 90%, en algún momento, decide desertar.
Entre los factores predominantes que influyen en las dificultades que atraviesan los estudiantes en Paraguay, se encuentra la necesidad que tiene la mayoría, de trabajar y estudiar al mismo tiempo, lo que reduce considerablemente las chances para prosperar en una carrera profesional.
Mucho se habló en los últimos años y meses acerca de la crítica situación de la educación básica y media. Esto se debe a que entre el 2020 y 2021, el abandono escolar fue uno de los más altos, según el MEC.
Sin embargo, quedó un poco al margen la discusión sobre el estado en el que se encuentra la educación universitaria en Paraguay.
¿Alguien tendrá en cuenta el calvario que deben sufrir los jóvenes universitarios para completar sus estudios? ¿Qué dicen los números de esta realidad? ¿Y cuáles son los pasos más inmediatos que pueden alivianar este complejo problema? Son algunas de las preguntas que surgen al abordar uno de los grandes retos que tiene el Paraguay, generar oportunidades en base a una educación de calidad para todas y todos.
Casi el 50% de los jóvenes solo trabaja
El 27% (1.931.378) de la población paraguaya son jóvenes, de entre 15 y 29 años. De ese total de casi dos millones, el 47,6% solo trabaja, es decir, cerca de la mitad no está cursando ningún tipo de estudio. Gran parte de esta población se dedica a empleos de primera mano.
Además, existe un 21% que solo estudia; solo el 18,2% tiene la oportunidad de estudiar y trabajar, mientras que el 13,2% son los llamados “Niní”, jóvenes que no estudian ni trabajan.
Estos datos corresponden a la Encuesta Permanente de Hogares 2021, del Instituto Nacional de Estadística. De ese 39,2% (sumando a quienes solo estudian y quienes estudian y trabajan), muy pocos son quienes llegan a culminar sus estudios universitarios.
Una realidad en América y Paraguay
En 2017, el Banco Mundial lanzó un estudio denominado “Momento Decisivo: La Educación Superior en América Latina“. El mismo refiere que solo el 50% de los estudiantes que inician sus estudios superiores llegan a terminarlos y se gradúan.
El material apunta a que esos resultados se deben a que el sistema no ayuda. “Las carreras son largas y tediosas. Se estima que el tiempo que tardan los estudiantes de América Latina y el Caribe en completarlas es un promedio de 36% más que en el resto del mundo”, agrega.
Sin embargo, si vamos al plano local, la situación es más crítica aún. Según cálculos, cerca de solo el 10% de estudiantes que se matriculan, terminan la carrera.
En ese sentido, cada año, la dirección de Información Científica del CONACyT publica las cifras oficiales en relación a la cantidad de matriculados y egresados.
Estos datos demuestran que, con el correr de los años hay mayor cantidad de matriculados y egresados. Sin embargo, al hacer la diferencia anual entre quienes empezaron una carrera y quienes la terminaron, siempre este último ronda solo en un promedio del 10%.
El embudo pequeño y la deserción alta
La docente y magíster en Innovación Educativa, Soledad Blanco, habla de datos adicionales a las cifras presentadas. Señala que, de los que terminan la educación secundaria, solo el 10% logra acceder a la educación terciaria, es decir ir a un instituto o la universidad.
“De ese 10%, tenemos otra vez que solo un 10% logra terminar, entonces se hace un embudo súper chico y la deserción es muy alta”, recalca, haciendo una comparación entre los que terminan el colegio, que es la base, y los que concluyen sus estudios universitarios.
“En Paraguay, ocurre algo a diferencia de otros países. Hoy en día tenemos 54 universidades, de esas solo 8 son públicas. Eso significa que el alumno tiene que pagar su matrícula, su mensualidad y eso repercute en que tiene que trabajar”, añade.
Trabajar y estudiar; una carrera de resistencia
Muchos estudiantes paraguayos, no pueden dedicarse a tiempo completo a estudiar, como ocurre en otros países. Trabajan todo el día, van a clases nocturnas y después no les queda tiempo para reforzar los conocimientos adquiridos. Tampoco energía como para hacer seguimiento de las materias o de los contenidos desarrollados, apunta Blanco.
Piensa que si bien, el hecho de trabajar no sería el factor determinante para desertar o dejar los estudios, hizo énfasis en que influye mucho.
“Tenemos alumnos que llegan cansados a las aulas –yo soy docente en varias universidades y doy clases nocturnas–. Tenemos alumnos, que toda la mañana y tarde se dedicaron a trabajar y su nivel cognitivo está bajo. No tienen las mismas ganas, tienen que estudiar, para poder cumplir muchas veces y poder tener una carrera universitaria”, refiere.
Por otra parte, hace un paréntesis, en cuanto a que puede ser beneficioso trabajar y estudiar, pero eso solo se da cuando uno trabaja en su área y puede poner en práctica lo que va aprendiendo y va practicando. No obstante, recuerda que, en Paraguay, la mayoría trabaja en lo que sea, con tal de pagar sus estudios y no necesariamente en el área para la que se está preparando.
“Le conocí a un joven que trabajaba en una tintorería, y estudiaba enfermería. Ahora ya egresó, no tiene experiencia en enfermería y va a ser más difícil incorporarse en el ambiente hospitalario”, ejemplifica.
Otro aspecto a considerar es que las carreras de medicina o ciencias duras, requieren de una dedicación completa. Entonces, eso hace que muchas personas opten por carreras más fáciles y ligeras en cuanto a demanda de tiempo.
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“Entonces tenemos sobrecargadas las carreras de derecho o de ciencias empresariales. No debería ser lo normal, pero en Paraguay sí, a eso hay que sumarle todas las condiciones que no están dadas. Hay veces que van a trabajar por debajo del sueldo mínimo. Ahí tenemos las condiciones laborales de sobrecarga”, señala.
Por otra parte, en cuando al ingreso al mundo laboral, que un joven termine su carrera y busque trabajo a cierta edad sin experiencia laboral, es una desventaja en Paraguay. Reconoce que en Paraguay esa práctica aun perdura.
Otros factores a no perder de vista
Además de lo que atraviesan los estudiantes que estudian y trabajan, se encuentran otros componentes como el mal rendimiento académico, a causa de la baja calidad educativa que tenemos en la educación secundaria.
La falta de aprendizajes integrales durante el colegio, los jóvenes la arrastran hasta la facultad. Eso complica que, en primer lugar, ingresen a la educación terciaria.
Luego, cuando acceden, se les hace difícil ir pasando materia tras materia, porque no tienen una base de conocimientos sólida. Van dejando una o dos materias y eso se vuelve una bola de nieve, cada vez dejan más materias y llega un momento en el que ya les es difícil continuar.
También debemos considerar la inseguridad y el deficiente transporte público, que aunque parezcan cuestiones que nada tienen que ver, son factores que claramente tienen una incidencia importante en el rendimiento educativo.
“Uno sufre porque tenés que esperar una hora en la parada, dos horas viajando al tope de la cantidad de pasajeros, para llegar a la facultad. Muchos jóvenes llegan a sus casas a las 12:00 de la noche después de una clase nocturna. No tenemos por qué normalizar el sufrimiento de los jóvenes”, resalta.
¿Alguien puede pensar en la educación universitaria?
La deserción de la universidad se debe a factores sociales, económicos y hasta políticos. La especialista Soledad Blanco, hace un análisis de los pasos que se pueden dar para mejorar la experiencia de los estudiantes.
Actualizar los currículos. Que se agreguen materias más actualizadas con el mercado laboral. Hoy en día vemos necesidades muy marcadas que están relacionadas con la programación, análisis de datos y gestión de recursos tecnológicos y que no se están abordando desde el estudio de la academia.
Transporte nocturno eficiente. No tenemos transporte público nocturno. Tiene que ser una política integral, dando énfasis a la educación superior pero no dejando de lado la educación secundaria. Para que todas las personas que logran matricularse, puedan egresar.
Auditoría de becas. Otras cosas que están incluyendo la educación universitaria pública son las becas de ayuda a estudiantes de escasos recursos. Estas becas son de dos a tres millones de guaraníes, que se otorgan de forma anual, para cubrir datos básicos como el pasaje o los libros.
“Pero esas becas están politizadas, solo acceden personas que responden a grupos políticos, por eso se deberían hacer auditorías de las becas que se tienen”, subraya.
Mejoras en la educación básica. Las becas de Itaipú que se dan de forma anual son una muestra fehaciente de cómo está la educación básica.
“Ahí tenemos una brecha. Hay becas que no se pueden cubrir porque la calidad educativa con la que llegan de la secundaria es insuficiente. Entonces se necesita un cambio de fondo y de forma. Hay que analizar todo esto, porque muchos ingresan, pero no logran egresar”, concluye.